Atención inversores: el Science Equity es “the next big thing”

En Almudena Trigo confluyen varios factores que hacen de ella alguien excepcional. Es mujer de Ciencia, como constata su doctorado en Biología Molecular y la titulación como ingeniera de telecomunicaciones. A ese talento académico que nos habla de una mente brillante se suma un espíritu emprendedor, propio de quien es consciente de haber nacido para dejar huella, y un talento inagotable para detectar las tendencias en el ámbito de la innovación y llevarlas a otro nivel, el que España precisa para dar el ansiado salto económico que, desde hace décadas, se reclama como respuesta al enorme nivel de preparación de la ciencia española de la que muchos otros países se siguen beneficiando.  

A Almudena Trigo le debemos el impulso a proyectos empresariales españoles de sectores como la nanotecnología, los materiales avanzados, la fotónica, la micro y nanoelectrónica, la biotecnología industrial o la computación avanzada. Su espectacular contribución ha incrementado un 10 % la generación de empresas industriales de base científica en España.

Al frente de BeAble Capital, compañía que fundó y preside, se ha convertido por derecho propio en una referencia de esa ‘equidad científica’ que defiende y promociona consciente del gran vivero de ciencia que es España. Con mujeres como ella, el cambio de paradigma está más cerca.

 

Cualquiera que me conozca sabrá que soy una ferviente defensora de un modelo económico basado en el conocimiento, y del gran potencial que tiene la ciencia para asegurar el futuro y la mayor competitividad de un país. No, esto no me hace ser una ingenua, o pensar que de esta manera se van a solucionar todos los retos a los que se enfrenta España, pero sin duda no aprovechar un bien tan valioso como es la ciencia, es tan poco práctico como tener un recurso natural precioso y no explotarlo. Mal no nos va a hacer seguro.

Pero ¿Science Equity?, ¿de qué estamos hablando? Dentro de la cadena de valor del capital privado, el Science Equity representa una categoría de inversión, al igual que lo hacen el Venture Capital y el Private Equity. Este nuevo asset class está especializado en la transferencia tecnológica en Deep Science, esto es, empresas industriales de base científica. Science Equity invierte en tecnologías que provienen de la ciencia desde fases muy tempranas: etapa de prueba de concepto (nivel de laboratorio) y acompaña a los proyectos durante las rondas sucesivas hasta que pasa a formar parte del Venture Capital. Un rasgo común de las compañías de base científica es la importancia de la propiedad industrial para la protección de sus tecnologías.

Y es crucial que se entienda el término “industrial” en todo su contexto, porque no estamos hablando de empresas digitales sino de nanotecnología, nuevos materiales, fotónica, micro y nanoelectrónica, biotecnología industrial… El capital privado, gracias al Science Equity, funciona de catalizador para que esa ciencia gestada en las Universidades y Centros de Investigación se transforme en empresas de alto valor, una tarea que no es nada fácil, y que solo pueden llevar a cabo fondos especializados en ello. No se trata de invertir solo dinero, es necesario transformar una tecnología de laboratorio en un producto que cubre necesidades de mercado, con lo que todo eso conlleva.

¿Y qué dice Europa? Es importante señalar que Europa es líder mundial en Deep Science, aportando alrededor del 30 % de la producción científica mundial, duplicando la producción de países tan importantes como Estados Unidos y estando al mismo nivel que gigantes como China. Energía, economía circular, reciclaje de residuos, nuevos materiales más sostenibles, captura de carbono y gases nocivos, uso responsable del agua, eliminación de microplasticos, alimentación y agricultura sostenible, etc, son algunos de los sectores en los que se aplican las tecnologías Deep Science, y en todos ellos Europa tiene un gran posicionamiento. Pero además de este enorme potencial, Europa tiene el apoyo total de sus instituciones públicas.

Desde el año 2014, uno de los programas insignia de la Comisión Europea, el EIC Accelerator, ha apoyado, a través de subvenciones, una cartera de alrededor de 5.500 empresas emergentes y pymes con una inversión de 3.800 millones para desarrollar tecnologías disruptivas. De ellas, alrededor del 50 % del total de empresas apoyadas por el EIC eran empresas de Deep Science.

Ya hay alrededor de unos 20 vehículos en Europa invertidos por el Fondo Europeo de Inversiones que gestionan unos 900 millones de euros. El potencial de la industria del Science Equity es indiscutible. Hasta el momento y debido a su inmadurez, debe medirse por su impacto significativo más que por el tamaño de los activos bajo gestión. En este sentido, un dato muy importante es que según la Oficina Europea de Patentes, los sectores intensivos en derechos de propiedad intelectual aportan a la economía de la Unión Europea (UE) uno de cada tres empleos y más del 40 % del PIB. Por lo tanto, es fácil prever que mejorando el proceso de comercialización de nuevas tecnologías (el objetivo de la industria del Science Equity) se podría generar un impulso masivo en la economía europea. Horizonte Europa, el programa marco de investigación e innovación de la Unión Europea que abarca el período 2021-2027 y que cuenta con un presupuesto de 95.517 millones de euros, estima que se generarán 11 euros en ganancia del Producto Interior Bruto (PIB) por cada euro invertido, creando además 320.000 puestos de trabajo cualificado y posicionando Europa como líder en Investigación e Innovación.

La industria del Science Equity, al igual que lo fue en su día el Venture Capital, es todavía muy emergente, pero como ya he indicado es un motor indiscutible para la transformación de la economía europea y España no puede quedarse atrás. Hace solo 10 años el Venture Capital en nuestro país tenía un valor muy pequeño y ahora está batiendo records. Según SpainCap (Agrupación Entidades Venture Capital & Private Equity) en 2021 se produjo el “segundo mejor registro histórico del capital privado español, con un número récord de 841 inversiones en 2021 y un volumen de inversión de 7.494 millones de euros”.

Desde BeAble Capital, como gestora especializada en Science Equity, podemos afirmar además que en España hay una gran producción científica (puesto 10 en el ranking mundial), que muchas veces no encuentra tejido industrial en el que anidar. El desarrollo científico y tecnológico puede ser la solución a los desafíos geopolíticos y climáticos a los que nos enfrentamos. Es urgente y necesario renovar y fortalecer la industria, y para crear una industria de valor hay que poner el foco en la innovación, tal y como recalcaba Thierry Breton, comisario de la Unión Europea, en una entrevista concedida al diario El País en febrero del pasado año: “Europa ya no puede permitirse el lujo de depender de otros para obtener materiales y tecnologías esenciales para nuestra industria y nuestros ciudadanos”[…] Lo que está en juego no es solo científico o económico, ahora viene acompañado de un desafío geopolítico. Ante la guerra tecnológica en gestación y el riesgo latente de dependencia tecnológica, Europa debe seguir siendo dueña de su destino y desarrollar una economía capaz de preservar sus conocimientos y tecnologías”.

Como ya hemos visto, la Comisión Europea conoce el potencial del Deep Science para crear una industria europea avanzada que mejore la hegemonía y la competitividad europeas para garantizar una economía sólida y resiliente, pero el capital privado no está dando una respuesta adecuada, y las empresas de Deep Science tienen serios problemas para conseguir inversión privada. Ahora es el momento de que el capital privado entienda la importancia de este asset class, porque sin la suficiente inversión en Science Equity no tendríamos presente ni futuro. En la próxima década, EIC Fund invertirá cerca de 2.000 millones en empresas de Deep Science y necesitaría una coinversión por parte de inversores privados de unos 5.400 millones de euros. Este es un sector idóneo para todos aquellos inversores privados (fondos de fondos, fondos de pensiones, aseguradoras, family offices, patrimonios…) que de verdad sepan mirar al futuro. Los grandes avances de la humanidad se han producido gracias a la ciencia y en un futuro tan incierto como el actual solo la ciencia tiene la llave de los numerosos desafíos a los que nos enfrentarnos: escasez de materiales, cambio climático, nuevas fuentes de energía… El Science Equity no solo genera rentabilidad para sus inversores: crea país, empleo y una economía basada en industrias de alto valor añadido. Invertir en ciencia es invertir en futuro y el Science Equity es, sin duda, “the next big thing”.

Almudena Trigo

Presidenta y socia fundadora de BeAble Capital