A una persona curiosa se le queda corto el mundo. Carlos Mira es uno de ellos. Un hombre de esa estirpe de viajeros que prefieren descubrir las cosas por si mismos, sin voceros ni intermediarios; sin importar la distancia. Mira, presidente en España de la consultora multinacional Arthur D. Little y de la Fundación CRE100DO, que agrupa a más de un centenar de empresas del middle market español, ha conocido ya 60 países y en muchos de ellos no se limita a ser el típico turista. Procura dejar su huella, una característica común a los hombres inquietos, líderes por naturaleza, que son capaces de ver oportunidades allá donde van. Por eso Mira ha impulsado startups tecnológicas en Reino Unido e India y ha concebido, lanzado y desarrollado desde cero filiales en tecnologías disruptivas en Israel y California para Alcatel-Lucent, empresa en la que ocupó cargos directivos, al igual que en Lucent Technologies, Thales o Telefónica.
A Mira, patrono de Acción Contra el Hambre y de la Fundación Bankinter para la Innovación, le han llamado muchas veces visionario. Y, en cierta medida, un hombre que ha surcado en múltiples ocasiones los cielos como piloto y que ha saltado 1 200 veces en paracaídas no puede ver el mundo como todos los demás.
Miembro de Consejos de Administración de empresas cotizadas y no cotizadas de España, Reino Unido e India, acumula más de 40 años de experiencia profesional en grandes corporaciones y startups. La vida, el trabajo y esa curiosidad inagotable también le han llevado a Alemania, Francia o Estados Unidos. A esos destinos, lo sabe cualquiera que le conozca, pronto se sumarán otros países y nuevos desafíos.
Hace tres años todos éramos plenamente conscientes de que estábamos viviendo las primeras décadas de una revolución tecnológica que traerá grandes cambios a los países, las sociedades, las empresas y, lo más importante, las personas.
Pero lo que hace tres años nadie pudo anticipar fue que en los tres años siguientes el mundo sufriría una pandemia global, que tendríamos una guerra en Europa que volvería a abrir enfrentamientos y conflictos que creíamos enterrados tras la caída del muro de Berlín y que, desgraciadamente, el hambre volverá a estar en las noticias de los medios de los países del norte y en las vidas de muchos cientos de millones de personas en África y otras partes del mundo. El hambre, la guerra y la peste, que ya creíamos superados, parece que siguen siendo parte de nuestra historia.
Esta tormenta perfecta, que nos afecta a todos, plantea un gran reto para las empresas, que son y seguirán siendo clave para nuestro presente y futuro como las principales generadoras de riqueza y empleo. ¿Qué deben hacer las empresas para sobrevivir y tener éxito en el mundo que viene?
Aunque es una pregunta a la que posiblemente nadie tiene una respuesta fiable al cien por cien, creo que hay una serie de puntos que toda empresa debería tener en cuenta y aplicar, adaptados a su situación y circunstancias específicas.
Salvo grandes catástrofes en forma de conflictos generalizados o nuevas pandemias, podemos anticipar razonablemente que (1) en los próximos 3-5 años el mundo que viene será más digital, (2) que el talento será cada vez más crítico para las empresas, con el teletrabajo y el aumento del peso de las generaciones jóvenes en la fuerza de trabajo planteando retos nuevos a las empresas y (3) que la globalización de las últimas décadas evolucionará hacia a una dimensión más regional (Europa,Norteamérica, China…), a unas cadenas de suministro más resilientes y próximas a la empresa y a una importancia creciente de una geopolítica de bloques en la que el país de origen condicionará la internacionalización y exportaciones de sus empresas.
En este contexto, las empresas que mañana (dentro de 3-5 años) tengan éxito y estén consiguiendo adaptarse y sobrevivir a esta época de grandes cambios, serán las que hoy están poniendo el foco en los siguientes 5 puntos:
• Tener un propósito, una razón de ser para la empresa que motive y atraiga a los clientes, a los empleados, a los suministradores y que aporte valor a la sociedad. Por supuesto que la empresa deberá ser rentable, dado que si no lo es no tardará en cerrar, pero el beneficio ya no podrá ser el objetivo único y último.
• Tener una cultura, una forma de hacer las cosas y tratar a los de dentro y a los de fuera que haga posible que personas ordinarias realicen cosas extraordinarias, que sea capaz de desarrollar el talento interno y de atraer y colaborar con el mejor talento externo de clientes, suministradores y colaboradores. Las empresas de éxito necesitan tener culturas y organizaciones ambidextras: capaces de ser creativas e innovadoras y, a la vez, paranoicas en productividad y eficiencia.
• Integrar lo mejor del mundo físico y del mundo digital, incorporando la tecnología en el corazón de la empresa, en su ADN. Todos nos hemos hecho más digitales durante la pandemia y no hay ninguna razón para que no hagamos más digitales a nuestras empresas
• Estamos también en la era de la colaboración, que se puede llevar a unos niveles hasta hace muy poco impensables gracias a la automatización de los procesos y a la compartición de datos, herramientas y plataformas. Está demostrado que la “fricción” entre distintas organizaciones y empresas de diferentes culturas, en lugares remotos y con husos horarios distintos, se reduce muchísimo cuando las interacciones las realizan máquinas supervisadas por personas. También muy importante, el hábito generado por las redes sociales de interaccionar con personas en el mundo digital facilita mucho la colaboración entre personas de distintas empresas y culturas. Las empresas que desarrollen o formen parte de ecosistemas potentes de talento, de diseño y desarrollo de productos, de fabricación, aprovisionamiento, distribución, tecnología, etc., podrán desarrollar una gran ventaja competitiva sostenible.
• Innovar para diferenciarse y ser más competitivo. En un mundo que cambia tan deprisa, hay que correr mucho para quedarse en el mismo sitio, y correr todavía mucho más para avanzar.
Toda empresa debe hacer esfuerzos continuos para ser cada vez más ágil y más flexible: las mejores armas para competir y sobrevivir en un entorno que cambia muy rápido. Las empresas deben también adoptar un ciclo continuo de anticipación, innovación y transformación. Si el entorno cambia continuamente, la empresa debe aprender a hacerlo también.
Finalmente, es muy importante que la empresa tenga claro cuáles son las cosas que no van a cambiar, aunque el mundo a su alrededor cambie, y asegurarse de ser excelente en esas cosas que no cambian. Jeff Bezos tuvo muy claro desde los comienzos de Amazon que los clientes siempre querrán tener muchas opciones para escoger, precios razonables, poder comprar muy fácilmente y recibir su compra muy rápidamente. Parece que Bezos no se equivocó. Una empresa no se equivocará si pone al cliente en el centro de todo lo que hace, si apuesta por valores, por tratar bien a las personas, a la sociedad y a nuestro planeta.
El futuro de nuestro país, de nuestra sociedad y de nuestros jóvenes pasa por que nuestras empresas de hoy se esfuercen realmente para ser las empresas que tendrán éxito mañana en este nuevo mundo que viene.
Carlos Mira
Presidente de Arthur D. Little España