Redes sociales en tiempos de guerra

Durante 13 años Mauricio Fernández fue director de Comunicación Corporativa de Telefónica. Un paso natural en la empresa privada para un profesional que inició su carrera en 1985 desde las trincheras de la prensa local, fue acumulando experiencias, conocimiento y prestigio y no dudó en asumir responsabilidades cada vez mayores hasta convertirse en uno de los periodistas y gestores más reputados de su generación.

Atravesar cada estación de ese largo recorrido profesional le ha dado no solo un enorme bagaje sino, sobre todo, una gran visión sobre el horizonte de la comunicación, sus necesidades y sus diferentes desafíos. También multitud de herramientas para liderar equipos. No obstante, fue jefe de Redacción de Europa Press o TV News y miembro del equipo fundador de Claro, aquel diario que unió a Prensa Española y Axel Springer. A un breve paso por la Dirección de Comunicación y Relaciones Externas de Onda Cero Radio suma además cargos de relevancia en el Ministerio del Interior.

Y con toda esa experiencia acumulada, a nadie extraña que hoy Mauricio Fernández sea uno de los consultores españoles de referencia. También el editor de Escudo Digital, un medio de reciente creación único en su especie por estar especializado en ciberseguridad y tecnología, dos de las grandes pasiones de este todoterreno convertido en referente que aún dará mucho que hablar.

 

El uso de redes sociales está siendo un asunto al que los gobiernos ruso y ucraniano están dando un valor desconocido en esta contienda realmente híbrida en la que el ciberespacio se ha descubierto como un campo de batalla más donde los cuerpos especializados libran enfrentamientos tan estratégicos como los de cualquier otra gran batalla.

Como se recordará, una de las primeras medidas del gobierno de Putin fue prohibir el uso de Facebook, Twitter e Instagram en suelo ruso para evitar que estas pusieran en tela de juicio los mensajes que, desde los medios oficiales, se envían a la población de este país para explicar la “operación especial” de “desnazificación” del país vecino. El Kremlin se siente más a gusto dirigiendo a los usuarios de redes sociales de su país hacia VK, la antigua VKontakte fundada por Pavel Durov, el creador de Telegram, y ahora controlada por Gazprom, desde donde puede alinear con garantías los contenidos que traslada a la ciudadanía desde los medios convencionales con los de las redes sociales.

Pero el uso de las redes sociales, además de con fines informativos o propagandísticos (en Ucrania está siendo una herramienta fundamental), está utilizándose mucho más ampliamente por ambos bandos. Y es que están siendo las principales herramientas por las cuales millones de personas se mantienen en contacto a pesar del éxodo que se está produciendo e incluso está sirviendo para ayudar a localizar desaparecidos con el uso de datos y de las funciones de localización.

Sin embargo, el uso de estas funcionalidades también supone un riesgo que los contendientes están tratando de manejar en su beneficio. Y es que al igual que con la ayuda de las redes sociales se encuentran familiares también se pueden descubrir las posiciones de las tropas enemigas y desbaratar operaciones militares.

En este sentido, se ha sabido que Ucrania está recurriendo a un polémico servicio ofrecido por una empresa estadounidense, Clearview AI, para descubrir soldados rusos en su territorio y que ha sido denunciada precisamente por el filtrado de información sensible. Se trata de una base de datos centrada en el reconocimiento facial y formada por millones de archivos, imágenes y vídeos, extraídos de redes sociales y otras plataformas sin el consentimiento de sus propietarios.

Frente a estas nuevas situaciones que ahora pueden tener gran influencia en caso de contiendas, otros ejércitos están tomando medidas. Es el caso del suizo, que ha prohibido a todo el personal que forma parte de sus filas utilizar aplicaciones de mensajería instantánea extranjeras como WhatsApp, Telegram o Signal y, en su lugar, les ha instado a usar una alternativa desarrollada en su propio país, la app «Threema». Esta instrucción, como informaron medios locales, ha venido motivada precisamente por su preocupación en torno a la seguridad de los datos.

Y más allá de las redes sociales también con motivo de esta guerra se ha notado en Ucrania un notable aumento de las descargas de aplicaciones orientadas a conocer el estado del país.

Tanto para conocer dónde se han producido los bombardeos como para realizar gestiones administrativas que, debido a las circunstancias, no se pueden realizar de forma presencial o como para mantenerse informados, gran parte de los ucranianos está optando por esta alternativa, como demuestra el gran aumento de descargas de aplicaciones que proporcionan mensajes encriptados o mapas offline disponibles en iOS y Google Play.

Entre las que ocupan los primeros puestos, según datos ofrecidos por Forbes, destacan la aplicación de mensajería privada Signal o Bridgefy, que permite enviar mensajes sin conexión a Internet vía Bluetooth.

Al igual que el casco, un chaleco antibalas o un arma, esta guerra asimétrica provocada por Putin está sirviendo -aunque las guerras jamás sirvan de nada- para incluir entre los elementos fundamentales de supervivencia el smartphone, con sus apps y redes sociales. Bienvenidos al nuevo mundo de internet.

Mauricio Fernández

Periodista, consultor de comunicación y editor de Escudo Digital