Un detalle en el curriculum de Luis Miguel Gilpérez ha cambiado la vida de millones de personas. Se trata de su máster en Planificación y Administración de Empresas. Aparentemente una pequeña muesca en una gran trayectoria, pero esa formación especializada es el origen de la toma de decisiones que han cambiado para siempre nuestra relación con el teléfono móvil y la televisión, dos de los dispositivos que concentran un enorme porcentaje de nuestro ocio.
En 2021 se cumplieron 40 años desde su incorporación al Grupo Telefónica, donde fue creciendo y revelando esa mirada larga de paso corto y firme que terminó por encumbrarlo en septiembre de 2011 a la Presidencia de Telefónica España tras un lustro como cabeza visible de la compañía en América Latina. Conoce bien aquellos pagos.
Antes de revelarse como uno de los mejores estrategas de la empresa española, Gilpérez terminó la carrera de Ingeniería Industrial. Y un ingeniero siempre busca la mejor solución. Para poner a España en la parte alta de los países avanzados en telecomunicaciones diseñó la construcción de la mayor Red de Fibra Óptica de Europa, un hito que, entre otros muchas cosas, ha permitido cubrir todas las necesidades de conectividad de los españoles durante la pandemia.
Suya también fue la decisión de eliminar el subsidio de los móviles que desangraba al sector. Pilotó, además, el lanzamiento de Movistar Fusión y la creación de Movistar + para empezar a codearse con los gigantes norteamericanos del sector y alumbrar un modelo imitado después por todas las operadoras del mundo.
Después de 37 años abandonó el Grupo Telefonica para convertirse en asesor y consultor estratégico en empresas y start-ups desde donde sigue demostrando por qué es uno de los grandes.
Hace exactamente un año y medio veía la luz un trabajo que bajo el título ‘España 5.0, hacia un nuevo modelo de reindustrialización’, pretendía aportar nuestro pequeño granito de arena para contribuir de algún modo en ayudar a salir de la grave crisis provocada por los efectos de la Covid. Con la ayuda de personalidades de la talla de José Ignacio Goirigolzarri, Eva Castillo, Antonio Huertas, Tobías Martínez, Francisco Consentino o Josu Ugarte y emprendedores como Iñaki Ortega, José Manuel Zorilla, Luis Angel del Valle, David Ceballos, Cristóbal Escoda, Toni Ibáñez, Miguel Orellana, Javier Placer o Henrik Stamm, definíamos un plan de actuación para reindustrializar nuestra economía y alcanzar en un horizonte corto 2025-2030 la velocidad de crucero que nos permitiera situarnos en el lugar que nos corresponde entre las primeras potencias mundiales a nivel económico.
Desgraciadamente tras un año y medio que considero básicamente perdido, y tras revisar y actualizar las páginas de ese ambicioso proyecto, creo sinceramente que ese plan de reindustrialización que escribimos en 2020 sigue estando vigente y es más válido que nunca. Basta con observar la marcha de los acontecimientos que nos rodean actualmente para darnos cuenta de que esa idea de urgencia que nos invadía en aquellos momentos se ha intensificado si cabe todavía un poco más.
Las olas de la pandemia siguen marcando nuestras vidas y ya vamos por la 6ª y ya veremos si queda alguna otra más. Y la guerra de Ucrania se está haciendo notar en las economías mundiales y sin duda ralentizará nuevamente la recuperación con un aumento de costes y una inflación disparada.
Hoy todavía hay más de 105.000 empleados en ERTEs y es el momento de plantearnos cuál ha sido el coste real de esta medida. Posiblemente sea mucho mayor que la ayuda que se reciba de los fondos NextGen. Y los principales sectores productivos no recuperan su volumen/productividad de antes de la pandemia (previsión más optimista en 2024). Estos son algunos ejemplos de la dura situación que padecemos: el sector turístico en 2021 ha ingresado 65.000 millones menos que en 2019, en el de la automoción se fabricaron 700.000 vehículos menos que en 2019, solamente se han adjudicado a día de hoy a empresas el 7 % de los fondos europeos previstos para 2021, las previsiones crecimiento PIB del Gobierno no se cumplen, el peso de la industria en el PIB está por debajo del 15 %, la deuda pública se encuentra a niveles históricos (1.426 mM euros, un 120 % del PIB), somos la primera peor gran economía avanzada (el PIB retrocedió 10,8% en 2020), hay más de 3.100.000 personas sin empleo, la productividad es un 6,6 menor que al inicio de la crisis y, por si fuera poco, 1 de cada 3 menores se encuentra en riesgo de pobreza o exclusión social, siendo España el tercer país de la UE en esa dramática estadística, y como ya he apuntado anteriormente la inflación no deja de subir con los precios de la luz, el gas y demás servicios públicos disparados.
Y ante todo este cúmulo de variantes negativas, de nuevo creo que es el gran momento de nuestra recuperación. Hay que actuar ya porque España es una de las peores grandes economías mundiales y necesitamos hacer de la necesidad virtud y convertir esta profunda crisis en una gran oportunidad. Creo que tenemos el entorno adecuado y las ayudas europeas bien ejecutadas puedes ser nuestro gran momento. Pero hay que hacerlo de manera diferente, en 2008-2014 España solo pudo captar el 35 % de las ayudas europeas, y precisamente por eso ahora toca mejorar en planificación y, sobre todo, en ejecución.
El plan España 5.0 es un plan integral que tiene como principal objetivo que España sea verdaderamente relevante en los próximos 5-10 años (2030). Y será mejor o peor, más ejecutable o menos pero sin dudas al menos creo que es un plan realista que nos puede ayudar a construir una España diferente. Y para lograrlo vamos a utilizar dos palancas transversales en las que somos verdaderamente relevantes: Infraestructuras y Talento y cinco grandes ejes que transformarán nuestro país de punta a punta: España más Digital, más Continua, más Tecnológica e Industrial, más Sostenible e Internacional.
Cuando hablamos de una España más digital me refiero a que hay que acelerar en todos los procesos de digitalización: productivos, administrativos y de relación con las personas. Por ejemplo, digitalizar extremo a extremo toda nuestra administración pública, en un modelo omnicanal, automatizado y con mucho uso de Inteligencia Artificial. Debemos invertir para innovar, transformar y capturar todo el crecimiento en salud móvil (19 %), soluciones no clínicas (10 %), telemedicina (13 %). O que en el sistema educativo el 100 por 100 disponga de infraestructura digitales, metodología y procesos, capacitación de docentes y alumnos. Y lograr un hogar digital bimodal donde el teletrabajo sea real, normalizado y con recursos de la misma manera que el ocio en casa. Y si hablamos del mundo de las empresas y Pymes, que lleguemos a que más del 50 % usen el Big Data y la IA en sus procesos productivos y comerciales.
El segundo de esos grandes ejes transformadores sería la España Continua. Hay que crear grandes polos de riqueza por todo el país con especial foco en esos 100 municipios con poblaciones entre 50 y 100 mil habitantes que nos ayuden a hacer esa España continua que tanto deseamos (el 50% del crecimiento del PIB debe desarrollarse precisamente en ese ámbito). De la misma manera que debemos aumentar la capacitación digital reduciendo el gap entre ciudad y mundo rural y aumentar el teletrabajo más de un 50 % desde zonas no densificadas/urbanas. Y lo haremos explotando al 100 por 100 nuestras infraestructuras de valor (AVE, carreteras, parques tecnológicos, redes de comunicaciones…), con mayor crecimiento económico y mayor peso PIB industrial evitando concentración en nuevas actividades, atrayendo y reteniendo nuestro talento (reshoring), con mayor inversión en I+D+i y en desarrollo talento digital y potenciando esas ciudades más pequeñas con recorrido de eficiencia. Hay que convertir a España en el gran Hub logístico para Europa y Latam.
Y si hablamos de la España Tecnológica, hablamos de competir con herramientas y gestión del siglo XXI, creando Centros de Competencia en “sectores fuerza” y generando tracción al resto. Propongo crear 10 grandes centros de competencia (CdC) que generen el 60 % PIB y el 55 % del empleo en áreas como las TIC/5G, Logística, AVE, Turismo, Gastronomía y hostelería, Contenidos digitales, industria textil, Agricultura, Energías renovables y sostenibles y Automoción. El uso intensivo de la tecnología con más inversión en I+D+i será clave para tener éxito: cloud, blockchain, inteligencia artificial, Edge, ciberseguridad, nanotecnología, virtualización… Y el 100 % de la población deberá tener capacidad de navegación a 100 Mbps en 2023, 100 % fibra en hogares y empresas y disponibilidad del 90 % de poblaciones con disposición de 5G. España, igual que hicimos con la fibra, debe liderar el 5G europeo .
El cuarto de los ejes transformadores será la España Sostenible. Debemos crear un gran centro de competencia en torno a las energías renovables y especialmente las basadas en el sol. España debe liderar la producción en Europa ya que tenemos un excedente en esa gran materia prima llamada sol. Hay que crear infraestructura, la REDER (Red de distribución de energía renovable más capacidad de Interconexión), Red Acceso (entrega/recogida excedente) renovables y STTH (sustainable sun power to the home). Hay que triplicar nuestra capacidad actual y España debe aspirar a ser sede piloto de reactor de fusión nuclear, en el Hub Europeo vehículo eléctrico y crear infraestructura (500.000 puntos recarga en 2030) o el 50 % para que nuestros vehículos sean eléctricos del total de ventas en 2025 (en 2030 el 100 %). 20 por ciento de los empleos generados en energía exclusivos renovables.
Por último y no menos importante, debemos poner el foco en una España más Internacional, la internacionalización de nuestra economía como pilar para atenuar el impacto de la crisis y buscar vías de crecimiento futuro. Tenemos que lograr multiplicar por 3 el número de empresas exportadoras regularmente y llegar a las 150.000 desde las 56.169 que teníamos a finales del 2021 para, de este modo, situarnos en el top 20 de los países con más empresas más exportadoras del mundo. Y lo haremos diversificando nuestra producción y mercado, utilizando el talento y la innovación, con alianzas que nos permitan entrar y conocer nuevos mercados y ayudando a las pymes en todos estos procesos de expansión.
Es la hora, es el momento de la recuperación, tenemos el entorno adecuado (ayudas europeas), sabemos hacerlo (reindustralizar, no reinventar) y no podemos perder ni un solo minuto. Hay que actuar con sentido de urgencia ya para lograr el objetivo de que España sea más relevante en las próximas décadas y alcance el lugar que le corresponde industrialmente hablando. En definitiva, de una crisis mundial sin precedentes podemos salir fortalecidos.
Luis Miguel Gilpérez
Expresidente de Telefónica España