Su palabra es ley en el ámbito económico y la divulga cada vez que le dan oportunidad. Juan Carlos de Margarida sabe leer las señales para tomarle el pulso de manera muy certera a las tendencias haciendo gala de una prodigiosa capacidad de análisis.
Se distingue por ser un hombre que integra, concilia y participa activamente en el día a día de su sector, muy pendiente de sus latidos y de las consecuencias que estos conllevan. No podía ser de otra forma para este doctor en Economía y Administración de Empresas dispuesto siempre a dar un paso adelante y pilotar importantes proyectos.
Un paseo por sus perfiles sociales permite descubrir también a un amante de la música -y quizá no sea raro en alguien tan acostumbrado a llevar la batuta y comprender el ritmo, los tempos y las pausas atinadas-.
Secretario general del Consejo General de Economistas de España, está al frente del Colegio de economistas de Valladolid, Zamora y Palencia, preside la Comisión regional de Economía de la CEOE y dirige el servicio de estudios económicos de Castilla y León.
Nadie le puede negar su dedicación a una disciplina que tanto condiciona nuestro día a día, el de hoy y el del futuro, y que exige el esfuerzo de hombres como él, que nos la hacen comprensible para poder tomar decisiones que podrían cambiarnos la vida. Su reputación cotiza muy alto, tanto al menos como su talento y su extraordinaria brillantez.
Si creíamos que el año 2020 iba a ser el más difícil, hemos descubierto que el recientemente terminado año 2021 no ha distado mucho del año de aparición de la pandemia. Podemos decir que el 2021 ha sido la primera piedra para volver a reconstruir el camino a niveles prepandémicos. Es cierto que durante el segundo trimestre del pasado año se notaban ligeros repuntes que hacían afrontar los últimos meses de 2021 con cierto optimismo, pero la realidad nos ha abierto los ojos con la aparición de la variante Ómicron, que ha supuesto un cierto golpe donde se ha visto resentido el entorno socioeconómico.
Las revisiones de perspectivas de crecimiento, el fantasma de nuevas restricciones severas o el cierre parcial de determinados sectores, como el de la hostelería, han puesto en vilo, una vez más, a la sociedad, con el consiguiente perjuicio que conlleva tener a un consumidor invadido por la incertidumbre, sin capacidad real de tomar decisiones, y a un empresario expectante que no decide invertir y realizar nuevas acciones productivas ante el escenario que se plantea.
Ante estas realidades, el Banco Central Europeo (BCE) ha moderado la previsión de crecimiento de la Eurozona y, por ende, de España para 2022, viéndose incrementadas sus perspectivas inflacionistas, aunque confiado que durante el año que ahora comenzamos las subidas de precios se relajarán, aunque la verdad es que no se tienen visos de ello por el momento. Algo que se verá reflejado en el PIB, sobre todo de los años venideros, como son el 2023 o el 2024, donde se espera una expansión de la economía del 1,6 %, muy por debajo de lo esperado.
A pesar de ello, el BCE va a reducir un 60 % sus compras de deuda pública de España, lo que inevitablemente debe llevar al Gobierno a sanear sus cuentas públicas, por lo que se deben emprender reformas de calado para incrementar la productividad, la competitividad empresarial y que apuesten por el capital humano.
Esta política monetaria coincide con la ya iniciada por la Reserva Federal (Fed), que dejará de adquirir activos por valor de 30.000 millones al mes al objeto de terminar el tapering mucho antes de lo previsto, en torno al mes de marzo. Estas decisiones emprendidas desde EEUU tienen un efecto más que notable en nuestra Eurozona dada la globalización e internacionalización de los mercados, que se verá perjudicada por la subida de tipos durante 2022 ante las presiones inflacionistas y la desaceleración del crecimiento económico.
Bien, así pronostican el 2022 los reguladores internacionales, pero ¿qué dice el Banco de España? En sentido similar ha recortado la previsión de crecimiento en casi dos puntos, entendiendo, al igual que ya hemos pronosticado desde el Servicio de Estudios Económicos de Castilla y León (ECOVAEstudios), que estamos ante un ligero empeoramiento que traerá cola durante los siguientes meses, sobre todo por el aumento de casos por la variante Ómicron. Estas previsiones chocan y se alejan de las publicadas desde el Ejecutivo que no tuvieron en cuenta ciertas variables sanitarias y económicas.
Aunque si algo está dando dolores de cabeza es, por un lado, la gestión de los Fondos Next Generation, algo que hace desesperar a PyMEs e inversores, dado su retraso para llegar a ser el flujo impulsivo que necesita nuestra economía. Y, por otro lado, el alza de los precios que el BCE ha pronosticado que es coyuntural y que en primavera tocará techo para favorecer una bajada de los precios de la energía, principalmente. Pero la verdad es que la inflación ya es permanente por la que la Fed (Banco Central EEUU), que siempre se adelanta a un “adormilado” BCE, ya ha confirmado subida de tipos para este año en un contexto económico en donde otros bancos centrales ya han reaccionado, como es el caso del Banco de Inglaterra que ha subido los tipos del 0,1% al 0,25%, o el Banco de Noruega con una segunda revisión al alza de tipos del 0,25% al 0,5%
En suma, el riesgo sanitario que provoca el lento y retrasado crecimiento económico y que también ha sido advertido por la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), quien hace unos pronósticos nada halagüeños al colocar en el 190 % del PIB la deuda pública en un medio plazo y al haber recortado, una vez más, las previsiones de crecimiento para nuestro país durante el 2022 y en menor medida durante 2023, cuestión que comparte con el Fondo Monetario Internacional.
Es decir, los reguladores nacionales e internacionales están haciendo una llamada de atención a España, donde su Gobierno, en ocasiones, parece hacer oídos sordos. Aunque ahora, con el reciente acuerdo sobre la reforma laboral, parece que los agentes sociales se encuentran en el escenario propicio para recuperar el clima de consenso y de confianza que tanto demanda la sociedad española. En esta senda del acuerdo y la voluntad es donde se gestan las políticas de prosperidad que demanda España.
Por lo tanto, con este plantel de realidades y posicionamientos de los reguladores, el Gobierno de España debe tomar decisiones que supongan un alivio para las economías familiares y el sector empresarial, especialmente para las PyMEs, por ello, es de vital importancia atender a lo que dicen las instituciones monetarias internacionales y nacionales ya que, de no respetarse ciertas pautas económicas, pero sobre todo de sentido común, pueden acontecer consecuencias no deseadas para España.
Este comienzo de año 2022 no es el que más nos gustaría, pero sí es del todo necesario tener los pies “en el suelo”, teniendo en cuenta el escenario socioeconómico más realista. El que avisa no es traidor, y si de algo sirven estas previsiones es para poder actuar con margen de maniobra y comenzar a tomar medidas que palíen esta situación. Hay cuestiones que requieren tiempo, pero otras requieren de voluntad política para emprender las acciones necesarias, aunque no sean políticamente correctas. Debemos de tener en cuenta que el consumidor es quien genera que el engranaje económico funcione al ser el verdadero motor de la economía, por lo que sin consumo no hay inversión y sin inversión no hay crecimiento.
Juan Carlos De Margarida
Decano-presidente del Colegio de Economistas de Valladolid, Palencia y Zamora