Puente hacia la historia nos vuelve a llevar hoy hasta la Filosofía griega para conocer mejor a otro alumno de Sócrates: Platón. Lo primero que sorprenderá a nuestros lectores es que Platón no es su verdadero nombre (se llama Arístocles) sino un apodo que significa “aquel que tiene anchas espaldas”, así que podemos estar seguros de que nuestro pensador hacía mucho más que reflexionar; también era un hombre activo y deportista. Posiblemente más influyente que su maestro, toda la obra de Platón ha sido conservada hasta la actualidad y trata los más diversos ámbitos. Su capacidad de influencia, la resumió a la perfección filósofo inglés Alfred N. Whitehead en el siglo XX: “Toda la filosofía occidental puede caracterizarse como unas notas de pie de página en la obra de Platón”. Esa es la magnitud de su pensamiento.
PUENTIA: ¿Qué es la comunicación para usted?
PLATÓN: La comunicación es una forma que hemos desarrollado los seres humanos para intentar comprender. Cuestión diferente es el lenguaje, que para mí no es más que un mal necesario que, inevitablemente, distorsiona nuestro verdadero conocimiento de la verdad, de lo divino. Debemos ser capaces de comunicar conocimiento verdadero y no solo transmitir nuestras opiniones haciéndolas pasar por la verdad. Es más, tenemos la obligación moral de comunicar la verdad, de transmitir nuestro conocimiento a los demás.
P: ¿Esperaba gozar de tan buena reputación?
PL: He de reconocer que siempre tuve una gran aceptación entre mis conciudadanos. Fundé la Academia de Atenas para impartir mis enseñanzas y fui un hombre respetado. Tras mi muerte, mi trabajo fue ampliamente estudiado y resultó muy influyente durante la Edad Media, ya que la Iglesia Católica adaptó mi filosofía a la doctrina cristiana. Desde luego, uno nunca se imagina siendo el filósofo griego más famoso de la historia pero, desde luego, pude disfrutar de un reconocimiento durante mi vida acorde a mis aportaciones a la disciplina.
P: ¿Cree usted que somos capaces de percibir la realidad tal cual es?
PL: No enteramente. Según mis reflexiones, considero que, en un primer momento, solo somos capaces de captar fenómenos, es decir, materia; y esta es cambiante, por lo que el conocimiento de la materia no nos asegura el conocimiento verdadero de la realidad. Es por esta razón que debemos ir en busca de las ideas, esos conocimientos inmutables que dan forma a nuestra percepción. Y esto sólo lo podemos hacer mediante el acto consciente de reflexionar. Por ejemplo, ¿cuál es la idea de comunicación? Para saberlo, no es suficiente con poner ejemplos, puesto que eso solo nos serviría para mostrar las distintas formas en que somos capaces de comunicar, no para dar con aquello que es común a todas ellas. Para poder hacernos una idea de lo que es la comunicación, debemos recurrir a la abstracción, de manera que seamos capaces de llegar a lo más esencial: el intercambio de información. Para comunicar bien debemos ser capaces de transmitir ideas.
P: ¿Qué papel juegan los demás en la construcción de su filosofía?
PL: Los demás son importantes en mi comprensión del mundo y, por lo tanto, de mi filosofía, pero no juegan un papel fundamental o central. Considero que es mucho más importante nuestra capacidad de juzgar racionalmente, de analizar y llegar a la verdad de forma individual. Nadie puede reflexionar por nosotros mismos ni cuestionarse las cosas por nosotros mismos, por lo que, aunque los demás puedan ser de ayuda, debemos ser capaces de hacer introspección.
P: ¿Considera que su filosofía ha sido malinterpretada o que es poco clara? ¿Le hubiera venido bien un equipo de comunicación en su época?
PL: No, de ninguna manera. Mi filosofía está expuesta de forma clara y es accesible para el público en general. Quizá hoy en día resulte polémica mi opinión sobre cómo debería estar organizada la ciudad, o el estado, pero en mis tiempos resultaba del todo comprensible y no suponía ningún problema. Yo nunca hubiera apostado por la democracia como la mejor forma de organización. Y a su segunda pregunta debo decir que, sinceramente, no creo que hubiera necesitado los servicios ofrecidos por esta empresa, ya que yo mismo me bastaba y me sobraba para dar mis clases y publicar mis obras, aunque pensándolo mejor… ¿no me había dicho usted que también sabían cómo elaborar un plan de comunicación para emergencias? Eso nunca está de más porque hasta los más grandes podemos sufrir algún tropiezo.
P: ¿Qué opina de la comunicación que actualmente se da en las redes sociales?
PL: No es por creerme un visionario, pero las redes sociales me parecen un ejemplo perfecto de lo que yo llamé la Alegoría de la Caverna. Me da la sensación de que cada vez más personas viven y desarrollan su profesión en las redes sociales, y esto es una tendencia que no hará sino aumentar en los años próximos. Si bien es cierto que este crecimiento supone una gran oportunidad para muchas empresas y profesionales, como es vuestro caso, conviene siempre recordar que no porque ahora la comunicación tenga lugar de forma virtual en las redes sociales debemos actuar de forma distinta a como se hacía antiguamente. De hecho, estoy seguro de que conseguir transmitir la misma cercanía que si se estuviera presente deber ser una de las grandes virtudes de los comunicadores de hoy en día en las redes sociales. Para guiar a los demás fuera de la caverna, debemos ser dignos de su confianza.
P: ¿Cómo le afectó la condena a muerte de su maestro Sócrates?
PL: Este es un tema muy delicado para mí e intentaré responderle sin emocionarme. Sócrates lo era todo para mí y representaba aquellos valores en los que yo creía y consideraba que eran buenos para la ciudad. Su muerte me supuso un golpe de realidad. Entendí que muchas de sus ideas eran, por así decirlo, demasiado inocentes. No tenían en cuenta la maldad de las personas, sus ambiciones desmedidas. Todo este sufrimiento me hizo ahondar en mi idea de que lo único verdaderamente fiable es la razón, no las demás personas.