Un héroe, un delincuente, un hombre de Dios. Todas estas cosas se encuentran condensadas en la figura de Juan Sebastián Elcano, marino español y la primera persona en circunnavegar la Tierra. Elcano vivió una vida intensa marcada por su afición al mar y a la guerra. Por circunstancias cometió un delito y, para resarcirse, decidió formar parte de la expedición de Fernando de Magallanes que pretendía encontrar una forma de llegar a las Indias por una nueva ruta. En esa expedición ocupó un puesto de responsabilidad dada su experiencia como marino. La suya es, sin duda, una vida de aventuras, con numerosos momentos cercanos a la muerte pero que le reportaron una gloria indeleble que ha perdurado hasta nuestros días. Acompañadnos, queridos lectores, a conocer un poco más a este contramaestre que hizo historia.
PUENTIA: ¿Quién es Juan Sebastián Elcano?
JUAN SEBASTIÁN ELCANO: Juan Sebastián Elcano es, a pesar de lo que se pueda escuchar por ahí, un hombre de honor. Un marino vasco que combatió por el reino de Castilla en numerosas ocasiones y dedicó su vida a ensalzar su gran nombre. Creo que supe hacer lo que se requería de mí cuando se requería de mí, y nunca me acobardé ante el cumplimiento del deber. Soy un hombre con una fuerte voluntad y un súbdito fiel, aunque no siempre ejemplar.
P: ¿Hubiera preferido que en su época se pudiera promocionar su viaje como se haría en la actualidad?
JSE: Nunca me había parado a pensarlo, pero creo que no. Durante nuestro viaje nos ocurrieron un sinfín de calamidades. Si hubiésemos tenido que contarlas después o hacer un seguimiento de nuestro viaje, creo que eso hubiera sido demasiado para nosotros. El hecho de que fuera un viaje en el que nos embarcábamos personas que llevaban una vida difícil, otros que queríamos limpiar nuestro honor, y gente que, sencillamente, no tenía nada que perder hizo que nos implicásemos enormemente y que no tuviéramos presión más allá de nuestra honra.
P: ¿Qué factores considera indispensables para sobreponerse a las adversidades de alta mar?
JSE: La templanza, la obediencia, el sentido del deber y una palabra que creo que está muy de moda hoy en día: la resiliencia. En general, diría que lo más importante es que la tripulación se mantenga unida, porque en el momento en que cada uno empieza a mirar por sus intereses personales antes que por el bien del proyecto nacen los verdaderos problemas. Para que esto no suceda, se debe respetar la jerarquía establecida y confiar los unos en los otros.
P: Para lograr un hito que cambiaría el curso de la historia, ¿debe seguirse un plan o es el resultado de la concatenación de numerosas casualidades?
Tener un plan es algo básico y necesario. Lo que no es necesario y resulta contraproducente es no saber salirse de ese plan en algunos momentos. Este se establece para tener una guía, pero se debe tener claro que, con toda certeza, habrá situaciones que nos pondrán a prueba y nos obligarán a desviarnos, a hacer las cosas de otra manera y pensar soluciones sobre la marcha. Que nosotros consiguiéramos llegar a puerto tras todo lo que nos ocurrió no es el resultado de numerosas casualidades, pero tampoco podemos negar que en determinados momentos tuvimos a la fortuna de nuestro lado.
JSE: ¿Para embarcarse en esa aventura era necesario no tener nada que perder?
No lo creo. No fue así en mi caso ni en el de muchos de mis compañeros, aunque tuve marineros a mis órdenes que no tenían nada ya en España. Considero que antes de empezar un proyecto es bueno tener algo que te motive, que te haga querer llegar hasta el final, una razón potente. Si no es así, es muy fácil que en determinado momento sientas que no puedes más y abandones, que tires la toalla. Tener algo que perder hace que te tomes las cosas con más seriedad.
P: ¿Fue usted consciente de haber hecho historia?
JSE: Sí. Aunque no de la forma en que se podría entender ahora. En mi época se hacía historia todos los años. No sé si me explico. Lo que quiero decir es que se descubrían cosas nuevas todos los años y en todo momento había hombres dispuestos a ir donde nadie había llegado. Mirando hacía atrás, lo que hicimos fue increíble; pero mucha gente estaba haciendo cosas increíbles en ese momento, tampoco me hizo sentir tan especial.
P: ¿Cuáles diría usted que son los tres pilares básicos para una buena comunicación con su tripulación? ¿Cree que esa comunicación resultó clave para completar la misión?
JSE: Hubo momentos de mucha tensión, pero conseguimos sobreponernos a ellos gracias a la capacidad de escuchar, sobre todo por parte del capitán, que fue capaz de entender los problemas que estaba experimentando la tripulación. Después fue muy importante recordar cada poco tiempo cuál era nuestro objetivo y motivar a la tripulación, asegurándonos que todos estábamos en la misma línea. Finalmente, creo que los que tenían puesto de responsabilidad, capitanes y contramaestres de las diferentes naves, hicieron un gran trabajo a la hora de coordinar sus mensajes, evitando situaciones incómodas, poco eficientes o confusas. Se evitaron los mensajes contradictorios. Sin ninguna duda, esta capacidad para comunicarnos resultó clave para completar la misión, y se puso de relieve con la muerte de mi capitán Fernando de Magallanes: fuimos capaces de reorganizarnos y llenar ese vacío dejado por su asesinato.