MARÍA BOLAÑOS | «El Museo Nacional de Escultura es referente por modernidad, por rigor, por apertura y por coherencia institucional»

Directora del Museo Nacional de Escultura

Profesora titular de Historia del Arte de la Universidad de Valladolid, en la tarjeta de visita de María Bolaños al nombre lo acompaña el cargo que ocupa desde octubre de 2008: directora del Museo Nacional de Escultura. Toda una responsabilidad y un enorme desafío por cuanto esta embajada cultural es una de las más admiradas de Europa por la enorme calidad de las piezas que atesora y que van más allá de ese recorrido escultórico de la Edad Media hasta el siglo XIX. pues de sus paredes también han colgado cuadros de Rubens y Zurbarán, entre otros. Quizá por ello, cuando su máxima responsable cumplía 10 años en el cargo, recogió el Premio Castilla y León de las Artes otorgado por la Junta.

Merecido reconocimiento para un Museo que ha sido un ejemplo de resiliencia durante la pandemia, periodo durante el que su personal demostró una capacidad de adaptación encomiable para ampliar su abanico de servicios y actividades adaptándose a las circunstancias. Han llegado más lejos que nunca sin apenas moverse del lugar de siempre. Ese que continúa esperando la llegada de turismo extranjero a una Valladolid especialmente orgullosa de ser la sede de uno de los grandes tesoros del Estado español.

 

PUENTIA: ¿Sobre qué cimenta su reputación el Museo Nacional de Escultura?

MARÍA BOLAÑOS: Sobre su colección porque es única en el mundo. La escultura policromada es una rareza. Hay un problema ahora. Hay muchos museos en el mundo, nunca ha habido tantos, pero hay bastante uniformidad. Se parecen mucho entre sí. Este es muy distinto. Ofrece algo completamente diferente. La colección es el corazón y, aparte de eso, tiene mucha actividad. Es algo diferente.

Nos hemos ganado un prestigio gracias a las actividades que hacemos. Además, disponemos de buenas obras de arte y planteamos discursos muy nuevos, lo que nos hace sobresalir. El pasado año, nuestra exposición ‘Almacén’ fue considerada por El Cultural la segunda mejor en España.

P: ¿Cómo repercute en un museo de ámbito nacional estar fuera del radio cercano de Madrid, la ciudad con mayor concentración museística?

MB: Permite trabajar de otra manera, aunque tenemos un patrón de comportamiento y una referencia común. El hecho de no estar en Madrid nos da mucha visibilidad. Allí la competencia es fuerte. El nuestro es un museo con una personalidad muy grande en sus colecciones. Estar fuera de Madrid, pero a la vez cerca, nos da muchas posibilidades. De hecho son muchos los visitantes procedentes de Madrid que vienen a conocernos y a pasar el día. El Museo Nacional de Escultura tiene una presencia muy destacada en la ciudad y en la Comunidad y también bastante presencia internacional por no ser de Madrid. Es una ventaja. En Madrid nos costaría mucho más ganarnos la presencia que tenemos.

P: La pandemia ha supuesto un empuje histórico para la digitalización. ¿Es la parte positiva de esta dura experiencia?

MB: Todo lo digital ha avanzado en poco más de un año lo que en otras circunstancias hubiera tardado diez de modo que probablemente se trabaje más por ahí porque abre nuevos horizontes. En el Museo tenemos todo el año visitas escolares. Vienen principalmente estudiantes del entorno. Con la pandemia eso no se terminó, sino que fue a más. Pusimos en marcha el programa ‘Conexiones’, encuentros virtuales que nos han permitido dar talleres a chicos y chicas de Huelva, Santander, Extremadura, México… Amplió nuestro horizonte.

P: Hablemos de liderazgo, ¿cómo se motiva a un equipo para volver al día a día después del golpe de la COVID19?

MB: No hacen falta motivarlos mucho porque nuestro trabajo es muy vocacional. No hay que hacer demasiados esfuerzos. Han ido a lo virtual con gran entusiasmo. A veces desde casa, a veces de forma presencial. Hemos teletrabajado poco porque nuestras instalaciones lo permiten y eso se ha notado para bien. Hemos trabajado mucho en presencial y sin contagios. Hemos sido responsables y prudentes y hemos podido mantener la tensión.

P: ¿Ha reforzado esta situación el valor del equipo?

MB: Absolutamente y ha sido muy interesante. El equipo es más compacto que antes y está muy contento con los resultados.

P: Y el público, ¿cómo está reaccionando?

Estupendamente. Ahora mismo estamos haciendo visitas guiadas y hay lista de espera. La gente tiene ganas de volver a la Cultura. Nos sigue faltando el público que viene de fuera. Alcanzaremos los niveles de otros años en breve, pero sí notamos mucho apetito de museo a pesar del miedo y la prudencia.

P: El Museo Nacional de Escultura es la gran marca española de esta disciplina artística, ¿fue esa la clave por la que se decidió recuperar esa nomenclatura después de un periodo de 3 años en el que fue conocido como Museo Nacional Colegio de San Gregorio?

MB: Sí, claro. El nombre del museo siempre cuenta. Asocia la institución con un tipo de arte concreto. San Gregorio se refería al edificio en el que está. Los nombres deben consolidarse en el tiempo y hay que hacer una larga travesía en el desierto para que cuajen. Ayudan además a lanzar y consolidar un mensaje propio.

P: ¿Cómo cree que debe comunicar el Museo Nacional de Escultura? ¿Cómo se ha ido adaptando a la evolución vertiginosa en ese campo?

MB: Moviéndonos entre dos principios. Por un lado, el de estar en el mundo y saber lo que la sociedad espera del museo y, por otro, no perder identidad a costa de cualquier cosa. Damos mucha voz a nuestra propia actividad. Nuestro perfil de Twitter no es técnico, sino que se adapta a su lenguaje y sus códigos. Trata de llegar a públicos muy variados, pero no vendemos el alma al diablo. Somos una referencia por modernidad y por apertura, por rigor y por coherencia institucional. Hablamos de lo contemporáneo y de lo que sucede con los museos, aportamos a eventos como la Museum week. Sabemos no caer en lo trivial o en lo banal.

P: El Museo ha continuado muy activo incluso en plena pandemia. Responsabilidad social y en cierto modo también económica, ¿verdad?

MB: Hemos mantenido bastante actividad cultural desde el principio y lo hemos hecho no solo por dar servicio a la sociedad sino también pensando en las propias empresas culturales. Está siendo una forma de dar trabajo en la medida de nuestras posibilidades. Aunque en menor medida que una muestra convencional, una exposición digital supone contratar gente de ámbitos diferentes: iluminadores, montadores, transporte…. Aunque el aforo es limitado ofrecemos también conciertos, lo que también ayuda a dinamizar al sector.

P: ¿El corto plazo obliga a ser gestores eficientes de la incertidumbre?

MB: Así es porque es una incógnita el futuro. Será importante gestionar bien las ayudas europeas para que el dinero llegue donde debe. Sectores como la Cultura, la Hostelería, el Turismo o el mundo digital dependen de una buena gestión de los fondos europeos.

P: La Cultura ha sido una de las grandes damnificadas por la pandemia, ¿cómo afectó al Museo Nacional de Escultura?

MB: En nuestro caso no solo no dejamos de trabajar, porque confinados hemos estado trabajando mucho mantenido la actividad interna, sino que nos metimos en un proyecto virtual pionero en España. Antes de la pandemia teníamos previsto hacer una exposición temporal que terminó siendo virtual, pero mucho más amplia al evitar la atadura de lo físico. Un tipo de exposición con un título particularmente adecuado al momento: ‘Arte de épocas inciertas.com’. Con ella recuperamos la figura de María Luisa Caturla, una historiadora olvidada. Ha tenido una gran acogida.

P: ¿Con qué proyectos del MNE terminó la pandemia?

MB: Lo sucedido el año pasado nos obligó a posponer iniciativas y programas, como la exposición temporal en la que llevábamos años trabajando, en colaboración con La Caixa, y que tenía una itinerancia, lo que obligó a aplazarla y reiniciar toda la tramitación de seguros, etc. Hemos podido salvarla y mantenerla y en septiembre llegará al museo. Otra exposición anterior, prevista para febrero, tuvimos que ir aplazándola y hemos logrado sacarla adelante, pero con un retraso considerable.

P: ¿Ha sentido cuestionada la esencialidad del sector cultural durante los meses de pandemia?

MB: Han sufrido mucho las empresas culturales independientes. Tanto los creadores como todo un sector de empresas enorme que vive de la cultura. Iluminadores, gestores, montadores… En el caso de los museos se ha producido un fenómeno insólito en Europa. Salvo durante el primer confinamiento, hemos abierto todo el tiempo y en Europa empiezan a abrir ahora. Lo mismo sucede con los teatros. España ha sabido entender la importancia de la Cultura, pero hay una parte que ha sufrido mucho.