Estudiante de matemáticas
A principios de 2020 Miguel Ángel Reinoso era un chaval recién licenciado en Magisterio que soñaba con ser profesor de Matemáticas, una de sus pasiones. La otra, el arbitraje. Once años como trencilla, tres de ellos en la cuarta categoría del fútbol español. Una persona prácticamente anónima con un perfil en Twitter reservado a amigos, familiares y conocidos. 200 seguidores.
Todo empezó a cambiar cuando empezaron a llegar malas noticias. Primero de China, más tarde de Italia. Se aproximaba algo desconocido y Miguel Ángel intentaba entenderlo echando números bolígrafo en mano. Cuando un amigo le recomendó pasar aquellos cálculos a ordenador jamás se imaginó el giro que daría su existencia. Una respuesta en Twitter al Ministerio de Sanidad con una estadística propia lo cambió todo. De un día para otro el número de seguidores se incrementó un 490 %. Desde entonces han pasado 15 meses y su cuenta en la red social del pajarito ha crecido exponencialmente hasta desbordarlo. El dato es abrumador. Su perfil (@mianrey) ha crecido un 44.000 % en 15 meses. Una media de 5 833 seguidores nuevos cada mes, 195 por día. Existen pocos precedentes similares.
El joven vallisoletano aspirante a dar clase de Matemáticas es hoy una celebridad a la que le cuesta entender todo lo que está pasando a su alrededor y que desea más que nadie que todo esto termine para poner fin a la pesadilla… y para poder tomarse unas merecidas vacaciones.
PUENTIA: ¿Quién era Miguel Ángel Reinoso antes de aquel 14 de marzo de 2020?
MIGUEL ÁNGEL REINOSO: Un tipo normal que terminaba Magisterio de Primaria y era árbitro de fútbol. Llevaba 11 temporadas arbitrando, tres de ellas en Tercera División. Iba por la vida sin preocuparme demasiado. Disfrutando. Pero llegó la pandemia.
P: Y al principio te comportaste como todo el mundo…
Pues sí. Empecé como todos, cocinando, haciendo retos… La primera semana fue amena, pero de repente el Gobierno dijo que había prorrogar la situación. Hasta ese momento yo hacía formulas a mano con los datos de Italia y China por ver la evolución y tratar de calcular cuándo terminaba todo esto y cuándo iba a volver a la vida de siempre.
P: Sin embargo, diste un paso más…
MAR: Un día informaticé aquello que hacía a mano por si me ayudaba a ver mejor la evolución y entender por dónde iban las cosas. Después subí una de mis tablas comparándola con datos de Italia. Tenía 200 seguidores y pasé a 1 000 de un día para otro.
En apenas unos días y viendo que el número de seguidores continuaba creciendo caí en la cuenta de que tenía tuits antiguos que podían dar que hablar. Por ejemplo, en la imagen de mi perfil salía con una copa en la mano y preferí cambiarla. Si quieren buscar algo malo, que lo busquen bien (ríe).
P: Sorprende lo rápido que fuiste consciente de que tu identidad digital entraba en una dimensión nueva y que era el momento de cuidar la marca personal. Hay gente que trabaja años por modelarla mientras que la tuya nació y se consolidó de forma meteórica y sin tenerlo previsto.
MAR: Así es. La verdad es que nunca hubiera imaginado llegar a este número de seguidores -tiene 88.000 en Twitter-. Lo de ahora es una barbaridad; tanto que no debería llevarlo ni yo. Hoy por hoy es la red social la que me lleva a mí. Está estudiado que a partir de los 20.000 seguidores ya no lo puedes controlar.
P: Y algo que casi era un hobby termina convirtiéndose en tu motivación diaria primero y, más tarde, en un sorprendente medio de vida
MAR: Al principio simplemente mataba el tiempo y con intención de ayudar a la gente. No esperaba seguir con esta labor 15 meses después. Y por supuesto jamás pensé en ganar dinero con esto. En abril de 2020 recibí un bizum sin pedirlo y no entendía por qué. El chico que lo hizo me dijo: “por todo el trabajo que estás haciendo”.
P: ¿Por qué tu comunicación de datos se ha tomado como ejemplo y tienes tanto tirón?
MAR: Porque es una comunicación que no toma partido. Son datos objetivos que no están basados en modelos matemáticos. Nunca entro en política y si doy opiniones, trato de medirlas, más que nada porque no tengo ni idea de muchas cosas. Son datos muy limpios y muy sencillos. Ofrezco información básica y la forma de ofrecerla la he ido aprendiendo poco a poco. Alguien me dijo que quizá mi formación como profesor de Primaria había favorecido que lo que cuento sea sencillo de entender. Además, las matemáticas siempre se me dieron bien. Quiero ser profesor de matemáticas. Lo que se valora de mis datos es que solo son datos.
P: Autodidacta pero evolucionando cada día. Hay una reputación que cuidar…
MAR: Con el tiempo he llegado, incluso, a hacer gráficos animados para televisión que se han podido ver en las principales cadenas. Ver que lo que haces llega tan lejos la verdad es que te llena de orgullo. Aparte de eso, le echo muchas horas y se nota.
P: ¿Se puede hablar de ti como un influencer de la pandemia?
MAR: Pienso que si a pesar de que no soy plenamente consciente de la repercusión que tengo o de lo que genero en las personas. Me voy dando cuenta cuando la gente me escribe y me traslada sus historias. Una mujer me pidió perdón por no poder ayudarme económicamente. Me pareció insólito. Después me mandó una fotografía en la que me explicaba que gracias a mi logró calmar su ansiedad. Esas cosas te llegan. También me ha pasado de ir en el autobús y que la persona de al lado estuviera mirando mis datos. Eso me hace feliz.
P: Y también se habrán producido situaciones inusuales
MAR: Claro que sí, y que ayudan a entender cómo están calando los mensajes que publico. Hace un tiempo estaba tomando algo en Madrid y me reconocieron. Y también me ha pasado en Valladolid yendo con la mascarilla puesta.
Otras situaciones curiosas se dan cuando recibes mensajes de gente que te exige que subas los datos, como si fuera un trabajo o una obligación. Y también están esos que te preguntan qué vacuna se ponen o qué día será mejor para casarse dependiendo del grado estimado de inmunización. La gente coge confianza, pero lógicamente no puedo contestarles a todos y menos cuando me preguntan cosas que no sé.
P: Hace 15 meses eras un desconocido y ahora eres seguido por personas con miles de followers que viralizan tus mensajes en cuestión de segundos
MAR: Me sigue pareciendo increíble. Recuerdo una de las primeras veces. Mucha gente compartía ya mis datos y empezó también a hacerlo el alcalde de Valladolid, Oscar Puente, que tenía en ese momento 40 000 seguidores. Para mi es un gran orgullo. Y resulta que ahora tengo yo el doble se seguidores que él y a veces hasta charlo con los seguidores a través de Twitter Spaces.
Que te siga gente famosa es curioso, está muy bien, pero a los que más ayudas es a gente anónima que lo pasa mal. Ven en mis datos la esperanza y no solo lo negativo.
P: Convertirte en una celebridad en redes atrajo mucho elogios, pero también, como es lógico, un buen puñado de enemigos. ¿Han intentado esos ‘haters’ dañar la reputación que te has trabajado día a día con tu esfuerzo?
MAR: Tengo bastantes haters. Me llaman la atención los que, tras publicar un dato objetivo, me contestan que opinan lo contrario. El dato no admite discusiones. Respuestas así de disparatadas han llegado, incluso, a convertirse en un meme que, cada vez que se publica, aunque sea en tono de broma, genera debate y lío.
Intento no entrar mucho al trapo. Tengo ideales, pero no entro en ellos. No hay que mezclar. A veces suelo silenciar, como cuando era árbitro y sacaba tarjeta amarilla. Sin embargo, pese a estar silenciados, si otra gente les responde, terminas enterándote y al final bloqueas, pero a veces ni aun así te libras.
Ahora están más tranquilos, pero en época de elecciones en Cataluña y Madrid el ambiente en Twitter era irrespirable. Me han llegado a bloquear porque alguien había contestado a otra persona utilizando mis datos. Eso me pasó, por ejemplo, con Iker Jiménez y Carmen Porter. Jamás hemos interactuado pero estoy bloqueado por los dos porque alguien utilizó mis datos como argumento en una conversación con ellos.
Hay gente que me dicen que me paso de optimista porque siempre he rebatido a los que afirmaban que esto terminaría en 2023 o 2025. Otros me echan en cara que esté ganado dinero… Y lo cierto es que no ofrezco nada a quien me paga. No tienen ningún contenido extra aunque colaboren económicamente.
P: ¿Podrías haberle sacado más rentabilidad a lo que haces?
MAR: La verdad es que sí. Me han ofrecido meter publicidad, anunciar mascarillas y filtros, hacer retuits a determinados tuits, que me ponga ropa de una marca determinada… Y a todo he dicho que no. No me parece ético. Si saco algo de esto es porque la gente ha querido que así sea, pero siempre sin pretenderlo.
Hay veces que la tentación es grande. Estuve muy cerca de publicitar las mascarillas, pero luego recuerdas aquellas imágenes de gente que hacía acopio para especular…
P: Has dicho que los datos son objetivos y que intentas no tomar partido, pero en ocasiones sí has deslizado tu opinión sobre el comportamiento de los medios de comunicación
MAR: En ocasiones veo datos que me alarman y los medios saben que mucha gente se queda con el titular. Hay ciertos medios que hacen terrorismo informativo e, incluso, algunos periodistas se enzarzan conmigo. Lo llamo terrorismo porque lo que hacen es causar el terror. Con el tema de las nuevas cepas, por ejemplo, hay gente que esta aterrorizada. Sin embargo, con todos los mayores casi vacunados esto ha cambiado mucho. Me gusta mucho cuando la gente en ocasiones cala a los medios gracias a mis datos.
P: ¿Quién serás cuando todo esto termine?
MAR: No me lo he planteado. Ahora me centro en el presente. Me han ofrecido trabajar en algunos medios; me he abierto puertas. Ciertamente no sé qué haré. Aún no tengo claro si seguiré con Twitter pero enfocándolo a otra cosa. Cuando pueda desconectaré una temporada por completo y sé que no lo voy a echar de menos porque también tengo mucho desgaste. En los momentos más duros de la pandemia también recibí mensajes de gente pasándolo muy mal. Hacer esto a diario me pasa factura. Yo pensaba en un par de semanas, que luego fueron meses. Se está alargando mucho.
P: ¿Qué te ha enseñado de ti mismo?
MAR: Que así como en otros mucho ámbitos no soy contante, en este sí lo soy. La constancia es clave para poder seguir haciendo lo que hago desde marzo de 2020, aunque confieso que estoy deseando colgar el cartel de ‘cerrado’.