HELENA HERRERO | «El buen líder no deja de aprender nunca»

Presidenta y consejera delegada de HP para España y Portugal

En un país donde seis de cada diez universitarios son mujeres, pero solo suponen el 13 % de los matrículas en carreras relacionadas con la Ciencia, la Tecnología, la Ingeniería o las Matemáticas está claro que hacen falta referentes para cerrar esa brecha. Helena Herrero, la presidenta de HP para la región sur de Europa, es una de esas mujeres que han de convertirse en espejo para muchas otras que aún se enfrentan a un sesgo educativo que reserva la Ciencia para ellos y las Humanidades para ellas.

A pesar de las conquistas pendientes, el Índice Europeo de Igualdad de Género revela que España se está apresurando en eso de romper techos de cristal. Y hay evidencias. Las empresas que forman parte del IBEX35 han pasado de tener en 2007 un 6 % de mujeres en sus consejos de administración a quintuplicar esa cifra en 2020. En Hewlett Packard, la empresa a la que se incorporó Herrero en 1982, los avances han sido aún mayores. Un 60 % de mujeres componen su Consejo de Administración y casi un 50 % el de dirección.

Para esta madrileña licenciada en Química y especializada en gestión, el lugar que ahora ocupa es el destino lógico de un largo camino de responsabilidad y éxitos en diferentes áreas de la empresa. Suyo es, por ejemplo, el desarrollo del canal y la red de distribución de HP para todos los productos en España y Portugal.

Esfuerzo, trabajo y entusiasmo forman parte de una rutina de trabajo a la que suma una perpetua curiosidad que la mantiene atenta y conectada al mundo. Mientras tanto, la empresa que lidera en esta parte del continente, sigue marcando la pauta en el mercado español de ventas de ordenadores personales, reverdecido por el inesperado impulso de la pandemia.

Herrero forma parte, además, del Patronato de la Fundación del Consejo España-EEUU y preside la Fundación I+E Innovación España, dedicada a crear un clima favorable a la inversión internacional en I+D e innovación en nuestro país. Es, al mismo tiempo, una mujer especialmente sensibilizada con el futuro sostenible; ese lugar hacia el que se encamina la generación de sus dos hijos y sobre el que tenemos una enorme responsabilidad compartida.

 

PUENTIA: Como PUENTIA, usted es una firme defensora de la comunicación. ¿Cree que atravesamos una época donde es más necesaria que en ningún otro momento?

HELENA HERRERO: Sin duda. La comunicación siempre ha sido un valor esencial, no solo como base de las relaciones sociales, sino también como un vehículo entre las empresas, sus empleados y la sociedad. Vivimos un momento histórico en el que la comunicación se ha convertido en un elemento fundamental a la hora de ayudar a mantener la calma, generar confianza y de seguir avanzando.

Y es que una comunicación clara, honesta y cercana en momentos de incertidumbre, contribuye a crear confianza, trasladando mensajes claros y orientados a superar un estado de incertidumbre como el actual. Ahora toca escuchar más que nunca y ofrecer comunicación activa de empresas y gobiernos conectada con la realidad social que nos ha tocado vivir y participar de la conversación en los temas que realmente preocupan a las personas.

P: Si habitualmente hay que estar atento a cambios y tendencias, ¿cómo actuar en esta época de variaciones de dirección constantes?

H.H.: Si la crisis provocada por la COVID-19 nos ha dejado una lección es que las cosas pueden cambiar en cualquier momento, de la noche a la mañana y sin previo aviso. Por eso, es más importante que nunca estar atento a los cambios pero sobre todo estar preparado para responder a ellos.

Hay que ser ágil y tener capacidad de reacción y, en eso, también en esta crisis, la tecnología ha demostrado que es un gran aliado. Esta crisis social y sanitaria no habría sido la misma sin tecnologías como Internet, la computación, la impresión 3D o la Inteligencia Artificial que no solo nos han permitido reaccionar de forma ágil a los nuevos desafíos, sino que además han hecho que pudiéramos seguir operativos, en la mayoría de los casos.

Y algo más importante aún: la tecnología, y con ello la investigación, han sido y están siendo claves en la lucha contra la COVID. Por eso es esencial seguir apoyando y apostando por el I+D.

P: Usted ha recordado alguna vez que el ser humano está diseñado para no querer ver lo que le pasa de cerca ¿eso explicaría la actitud de primar la socialización frente al virus?

H.H.: No creo que se pueda generalizar y decir que está primando la sociabilización frente al virus. La mayor parte de la sociedad ha mostrado una actitud impecable y un altísimo nivel de responsabilidad durante este último año. Pero debemos tener en cuenta que, en un país como España, donde nuestro modelo de convivencia y nuestro propio carácter, cercano, sociable, abierto y muy de tocar, chocan frontalmente con la puesta en marcha de medidas de confinamiento y restricción para las personas y representa un impacto emocional que debemos saber valorar y gestionar, y más aún cuando se producen casi de la noche a la mañana.

Pero sí mantengo que el ser humano prefiere evitar la realidad de lo que pasa a su alrededor cuando el entorno no le es favorable. En esta ocasión no ha habido elección y no podíamos ni debíamos mirar para otro lado.

P: Es firme defensora de que el verdadero aprendizaje llega cuando te levantas de un fracaso. Sin embargo, en el mercado español el fracaso tiende a estigmatizar.

H.H.: Yo tengo una máxima, desde siempre: Never give up! Nunca hay que rendirse ante las adversidades. Es la capacidad de crecerse ante la adversidad, de no tener miedo al fracaso y de saber levantarse si este llega. La naturaleza resiliente es la que marca la diferencia entre el éxito y el fracaso en cualquier aspecto de nuestra vida. Hoy más que nunca, se necesitan directivos y empresas resilientes que sirvan como ejemplo y referencia para otros.

Por eso, como siempre digo, no hay que tener miedo al fracaso, no hay que tener miedo a equivocarse. Lo importante es aprender y analizar los fallos y, así, poder evitarlos en el futuro. Nunca nos llegamos a conocer realmente, ni sabemos cuáles son nuestras limitaciones hasta que no nos ponemos a prueba ante una situación adversa. Lo importante no son las veces que te caes, si no las que te levantas y aprender de los errores.

Ya hay muchas empresas en Silicon Valley que valoran mucho a aquellos candidatos que han participado y puesto en marcha empresas, aunque hayan fracasado. Y yo creo que, aunque culturalmente, España ha sido un país en el que daba como “vergüenza” fracasar, poco a poco eso también ha ido cambiando. Porque si algo nos caracteriza es que somos un país de grandes emprendedores, con multitud de startups que lideran grandes proyectos y promueven negocios de éxito, dentro y fuera de nuestras fronteras.

P: ¿Cómo se fomenta la cultura de compañía y se estimula a los embajadores de marca?

H.H.: La cultura corporativa identifica la forma de ser de una empresa y su forma de actuar, tanto en condiciones normales como, sobre todo, en aquellas situaciones que resulten más complicadas.

La cultura empresarial, además, es un tema de todos los empleados. Todos somos responsables de crearla y mantenerla viva, de hacerla y perpetuarla: al hablar con clientes y partners, al trabajar en equipo, al abordar un problema o establecer una relación profesional. Los resultados de una empresa con una buena cultura empresarial pueden llegar a ser hasta un 30 % mejores que los de sus competidores que no tengan esa cultura. Para ello, estrategia y cultura deben de ser conocidas por todos los empleados y estar alineadas.

Para mí, realmente, es una forma de actuar, con lo que todas y cada una de las decisiones empresariales deben tener siempre presentes, tanto los objetivos empresariales como los valores y la cultura que acompañen a las acciones para conseguirlos.

A las compañías se las reconoce, su marca, tanto más por su cultura además de por sus productos o servicios. En HP es cierto que tenemos una cultura empresarial muy sólida, basada en la integridad, la confianza, calidad y respeto, además de trabajo en equipo y foco en el cliente y en la comunidad en la que trabajamos.

Y eso, si de verdad como decía lo aplicas a absolutamente todo lo que haces, es fácil de “contagiar”.

P: ¿Interesa llegar como marca a toda la sociedad o solamente a los que a priori conforman tu grupo de público objetivo?

H.H.: Como marca no solo interesa llegar a toda la sociedad, sino que es cada día más necesario. La sociedad y especialmente las generaciones más jóvenes quieren marcas con valores, que no solo les vendan un producto o servicio, sino que además estén comprometidas con el mundo en el que vivimos.

Hoy en día no solo puedes centrarte en vender tu producto, sino que tienes que contribuir también a la sociedad, promoviendo comportamientos solidarios, defendiendo la diversidad o ayudando, por ejemplo, a preservar nuestro planeta.

Es una cuestión además de justicia social; es la sociedad, nuestros clientes, los que nos han llevado a dónde estamos y, por eso mismo, debemos devolver parte de esa confianza contribuyendo en todo lo que podamos a hacer de este mundo un lugar más amable, al menos.

P: ¿Se puede conquistar al público cuando nuestro producto no es algo tangible o es muy técnico?

H.H.: Claramente sí. En la actualidad las marcas van mucho más allá de los productos y servicios que ofrecen. El reto está en acercar los productos y servicios a las personas y que contribuyan a hacerles la vida más cómoda y sencilla. Es verdad que algunas industrias lo tienen más fácil que otras, pero al final el compromiso con la sociedad y el propósito de la empresa deben conformar los pilares donde sustentar sus estrategias y la toma de decisiones.

En HP lo tenemos claro: “nuestra tecnología es útil cuando se pone al servicio de las personas”.

P: Defiende la innovación como un pilar vital a medio y largo plazo, pero España es un país donde prima la pequeña empresa sin músculo financiero para acometerla, ¿cómo se conjuga eso?

H.H.: España es un país de pymes y de emprendedores. Es cierto que, precisamente ahora, la crisis económica provocada por la COVID19 no está favoreciendo las cosas. Por eso es tan importante ayudar a estos pequeños negocios a seguir adelante.

Confío en que las instituciones públicas seguirán impulsando programas de ayudas para las pequeñas y medianas empresas y autónomos, que tanto están sufriendo. Ellos son el pilar para la reactivación económica y no podemos permitirnos perderlos por el camino.

Pero además de ayudas económicas, es imprescindible seguir apostando por extender la digitalización en el tejido empresarial de nuestro país. Es necesario profundizar en la formación de habilidades digitales, en seguir apostando por la innovación y la investigación para hacer de España y sus empresas un entorno atractivo para el resto del mundo, capaz de atraer así inversión extrajera.

Es imprescindible un plan a largo plazo, una estrategia sólida que prime la transformación digital de nuestras empresas, que mejore su competitividad. Un plan a salvo de coyunturas políticas o económicas.

P: ¿En qué ha cimentado HP su buena reputación?

H.H.: La transformación social y económica que hemos presenciado ha sido como ‘la gran ola’, sobre la que es necesario subirse y aprender a cabalgar. No basta con mirar y observar. El tiempo de juego está marcado por la capacidad de reaccionar y anticipar constantemente lo que quiere el mercado y la pandemia lo ha puesto de manifiesto de una forma radical.

Afortunadamente, en HP llevamos 80 años poniendo en práctica esta filosofía.

Hemos logrado ser un ‘ente’ vivo que se adapta al entorno de forma ágil y creativa. Para ello, apostamos por la innovación en el sentido más amplio.

Desarrollamos y avanzamos tecnologías que marcan un antes y un después como nuestra tecnología de impresión en 3D, que ha sentado un precedente en el desarrollo de la fabricación aditiva. Pero también evolucionamos las formas de fabricar, operar y comercializar que nos sitúan en la ‘cresta de la ola’.

Así, por ejemplo, hemos trasladado nuestra visión sobre la sostenibilidad a cualquier pieza de hardware que producimos. Abogamos además por abandonar la compra basada en la propiedad, un concepto que democratiza el acceso a la tecnología y que proporciona a las organizaciones la adaptabilidad y la celeridad necesarias para seguir siendo competitivos en un mercado sujeto a continuos cambios.

Y yo creo que es esta filosofía, de adaptarnos a los cambios, de impulsar la sostenibilidad y de querer llevar la innovación tecnológica a toda la sociedad lo que nos ha permitido construir esa buena reputación.

P: La hemos escuchado asegurar que una persona motivada mueve montañas y es un vivero de ideas y propuestas. ¿Cómo motiva un líder?

H.H.: Por supuesto, la motivación es la clave para avanzar y conquistar nuevos espacios, ya sean personales o profesionales. Para mí, el liderazgo es conseguir inspirar a tus equipos para que trabajen con la actitud adecuada en la dirección correcta. Por eso, un buen líder lo primero que debe hacer para motivar a su equipo es escucharlo, pero también escuchar al mercado, saber cómo piensan sus clientes, y cómo actúan sus competidores.

Además de escuchar, debe saber comunicar. Esa es la clave para que el equipo esté alineado con los objetivos y conseguir su compromiso y complicidad con esa visión estratégica.

Un líder debe tener curiosidad, capacidad de resiliencia y saber rodearse de un buen equipo, diverso, que esté alineado y que se complemente y le complemente.

Hay que potenciar las cualidades de cada persona, saber detectarlas y ponerlas en valor. Y aprender. El buen líder, no deja de aprender nunca. Muchas veces, de hecho, es de su propio equipo de donde puede extraer las mejores lecciones.

P: ¿Sigue creyendo que no se lo estamos poniendo fácil a las nuevas generaciones y no les estamos dejando un futuro mejor?

H.H.: Yo creo que la situación actual nos ha hecho reflexionar. Hoy en día ya no vale todo a la hora de comercializar nuestros productos y servicios: “El fin ya no justifica los medios”. En la actualidad, la gestión de las compañías está bajo el microscopio social, donde la decisión de compra del consumidor está cambiando y poniendo en valor el seguimiento de buenas prácticas empresariales y el compromiso con la sociedad, las personas y con el planeta.

Somos conscientes de la responsabilidad que nos toca a la hora de dejar un mundo mejor del que nos encontramos a las futuras generaciones, que serán los herederos de nuestro legado. Ellos, a su vez, recogerán este testigo y deberán adquirir este mismo compromiso para que el planeta se mantenga en pie para las futuras generaciones que todavía están por llegar.

P: ¿Podemos transformar en algo bueno todo lo que estamos viviendo?

H.H.: Estos últimos meses hemos aprendido que cuando sumamos esfuerzos, somos más fuertes. En este sentido, el frente común para acabar con el virus ha favorecido más que nunca la colaboración pública-privada, desarrollando soluciones de emergencia que han sido ‘vitales’ durante la pandemia. Es verdad que la urgencia del momento quizás ha posibilitado superar formas de trabajo e intereses individuales, pero también ha demostrado que es posible, y sobre todo, necesario crear un “ecosistema innovador”, en el que los diferentes agentes sociales cooperen de manera intensa y generen un gran impacto social y económico.

Otras de las grandes lecciones de esta pandemia, es la necesidad de construir un nuevo modelo de país sustentado en la innovación y la ciencia, mejor preparado para competir y para afrontar cualquier eventualidad o fenómeno natural que lo ponga a prueba. La realidad vivida ha puesto en valor la innovación y la ciencia, y ha hecho que la sociedad tome conciencia de que es necesario promover y fomentar ambas para superar el momento y avanzar hacia el futuro con ilusión.

Las dos están demostrando ser tremendamente efectivas en la lucha contra el virus, para ayudar a diagnosticar, tratar y prevenir la enfermedad y encontrar una vacuna, pero también para alumbrar nuevas formas de vida que garanticen la sostenibilidad del sistema.

A nivel humano, la crisis sanitaria ha sacado la mejor versión de nosotros mismos, la más solidaria, aquella que antepone el interés del otro al propio. Hemos visto cientos de gestos anónimos y no anónimos de entrega desinteresada hacia los demás, que creíamos olvidados y que refuerzan la confianza en el ser humano. En los momentos más difíciles, las personas y las empresas privadas han antepuesto la ética y los valores a intereses económicos y particulares dibujando un horizonte de esperanza en las relaciones humanas.

España está ahora más avanzada en transformación digital que al principio de la pandemia, ya que para responder a la situación ha sido necesaria una evolución hacia un modelo más digital. Se observa claramente en los patrones de comportamiento y hábitos de consumo y compra de los usuarios, con un notable aumento del uso de canales digitales, y el avance es aún más perceptible en el mundo de la empresa. El hecho de que en torno a siete de cada diez directivos de nuestro país indique que ha realizado algún tipo de transformación digital como respuesta a la Covid-19 es un dato muy significativo.

Este es un buen punto de partida porque la transición digital es una de las palancas sobre las que se va a asentar la recuperación, y de los avances que se hagan en este campo van a depender en gran medida nuestro futuro como país.

En este punto, es esencial crear un proyecto común que transmita seguridad, una hoja de ruta para crear un modelo de país sobre el que sustentar el crecimiento y la prosperidad de las próximas décadas, con políticas de Estado ambiciosas asentadas en pilares como la ciencia y la innovación, la colaboración público-privada, la sostenibilidad y la economía del conocimiento, que hemos constatado que son críticas para conseguir logros de gran impacto económico y social.