Una hoja de ruta para gestionar los fondos europeos

Muy pocas cosas se le ponen a Rocío Hervella por delante. Desde que era una adolescente ha dado sobradas muestras de una determinación inquebrantable para hacer realidad sus sueños y transformar el mundo que la rodea.

Haciendo gala de una juventud insultante y una voluntad inusitada para su edad, en 1998 sentó las bases de la que hoy es una de las empresas cafeteras más importantes del mundo. Lejos de hipotecar su vida, el sueño de PROSOL cimentó en Venta de Baños una multinacional referente con presencia hoy en más de 30 países y que sigue asombrando al sector con una capacidad de producción espectacular para responder a las exigencias de sus clientes.

Rocío no tiene miedo y sabe escuchar. Interioriza las tendencias e incorpora a la fábrica, en la que hoy más de 300 personas forman el ‘Equipo PROSOL’, las herramientas necesarias para estar en vanguardia. Rocío convence. Lo hizo en 1998 y ha vuelto a conseguirlo para disponer de fondos del Banco Europeo de Inversiones que permitirán a PROSOL afrontar el futuro en primera linea, liderando el mercado medio español y asomándose al mundo de las grandes empresas bajo el liderazgo de una mujer convencida de que crecer va mucho más allá de los números. Programas de responsabilidad social y metas diarias sensibilizadas con la Agenda 2030 sitúan a esta compañía dirigida por una de las ejecutivas más valoradas de España entre las que atesoran más certificaciones. De hecho, fue la primera de su sector en obtener el marchamo de ‘Residuo 0’, un desafío que, como todos los que ha enfrentado Hervella a lo largo de su vida, se hizo realidad a pesar de las dificultades.

Nada la para. Por eso en la Asociación Española del Café y en Empresa Familiar de Castilla y León tienen una enorme fe en el espaldarazo que puede suponer su Presidencia. Manteniendo siempre la calma, otra de sus señas, Rocío Hervella derribará las puertas que haga falta para lograr el objetivo, como siempre ha hecho desde cada cargo de responsabilidad que ha ocupado, porque, para ella, hace mucho que dejaron de existir los techos de cristal. Por donde pasa, todo crece.

 

España se enfrenta a un reto sencillamente extraordinario como receptora del mayor importe de fondos para la Recuperación, Transformación y Resiliencia aportados por la Unión Europea. Nada menos que 140.000 millones de euros en 6 años.

Siempre he defendido que la clave del éxito no responde a un solo elemento, sino a la suma de cinco componentes sustanciales y necesarios: la definición de objetivos concretos, una hoja de ruta, una mentalidad positiva sumada a una voluntad de hierro y, por supuesto, un plan de contingencias. Creo que esta formulación es aplicable tanto en la vida familiar como en la empresarial y, con más motivo aún, cuando se abordan decisiones políticas trascendentes que afectan a la gestión del dinero común y solidario que persigue el interés general.

Teniendo en cuenta que durante el período 2014-2020 solo se ha dispuesto del 39 % de los Fondos Estructurales de la Unión Europea la pregunta es en qué estamos fallando y la respuesta es sencilla: no disponemos de mapa país a seguir; lo que sería el equivalente a que una empresa actuase sin plan estratégico o, en términos metafóricos, a adentrarnos en un país desconocido sin mapas, ni GPS, solo guiados por la información de algunos naturales del lugar que no han salido nunca de viaje más allá del territorio que conocen.

Esta pandemia nos ha demostrado que si no somos capaces de definir un plan a tiempo basado en análisis de mejores prácticas, suma de capacidades y conocimientos, ya sean públicos o privados y, desde luego, un gran capitán al frente con un único modelo, liderando, fijando y comunicando los objetivos, lo único que lograremos serán ineficiencias; daños en sectores económicos irreparables en el corto plazo; empobrecimiento de la población tanto puntualmente, por ejemplo, por la falta del cobro de ERTEs, como estructuralmente, debido al nivel de desempleo especialmente sangrante entre jóvenes y mujeres.

El Gobierno ve difícil, lo califica de desafío, que se absorba más del 50 % de los 27.000 millones que los Presupuestos Generales del Estado recogen, a modo de adelanto, de los Fondos Europeos. Y, por supuesto, que lo es, se trata de un reto donde nos jugamos estar o no estar en la agenda del mañana. Si perdemos ese tren no podremos identificar qué capacidades nos faltan, contra quién competimos y entender a qué se debe que el peso industrial no solo no haya alcanzado los niveles superiores al 20 % que la Comisión pedía, sino que cada vez se irá alejando más hasta que no seamos capaces de entender por qué el tamaño de nuestras empresas es mucho más pequeño que el de nuestros competidores.

Tanto es así que en Alemania, nuestro principal competidor en automoción y transformación agroalimentaria, las empresas tienen el doble de tamaño de media y nos quintuplican en empresas grandes y medianas -en España sólo suponemos, respectivamente, un 0,1 y 0,6 %-, y está demostrado que las empresas medianas incrementan la productividad de media en un 15 %, por lo que se hace necesario establecer como uno de los objetivos claros aumentar el número de empresas medianas españolas para poder así crecer en productividad y, por lo tanto, en competitividad y en peso industrial, es decir, en inversión, en empleo y en riqueza.

Pongamos como ejemplo el caso del sector agroalimentario, sector vital para nuestro país con más de 30.700 empresas que vertebran el territorio nacional, una aportación al total de la industria del 15 % y un superávit comercial de casi 10.000 millones de euros. El tamaño medio de la industria no llega a 4 millones de euros por lo que la transformación del modelo operativo centrado en la digitalización y la formación en nuevas competencias, junto con el crecimiento en tamaño, es la única solución y una gran oportunidad para ser empresas del mañana, ya que lo cierto es que, en calidad y reputación, siempre estamos en el medallero.

Los apenas 335 millones de euros recibidos por Castilla y León de los 10.000 millones de euros repartidos con el criterio de la Comisión técnica encargada de los fondos y dirigida por la ministra de Hacienda no son desdeñables, pero distan y, mucho, de la cantidad que hubiésemos recibido de haberse aplicado el criterio de financiación autonómica, o el de las consecuencias sufridas por la pandemia, o el de población, o el de PIB… En fin, la pregunta de nuevo es qué perseguimos con los fondos y si vamos a conseguir la transformación digital, la formación de nuestros jóvenes y, además, la cohesión social generando crecimiento para nuestro país.

España se merece que trabajemos mucho, juntos y rápido, en definir ese plan estratégico que tanto necesitamos. Sumando distintas inteligencias y sin parar hasta tener un proyecto de valor que recoja las opiniones de los que tienen las capacidades necesarias para configurarlo. Y no se trata de ir rápido en días, sino de no perder los años por no dedicar los días que se requieren al mapa de ruta que tanta falta nos hace.

En este reto, los empresarios familiares -que llevamos en nuestro ADN grabado el propósito y los apellidos de arraigo, esfuerzo y compromiso- pondremos la voluntad de hierro y la mentalidad positiva. Así que vamos a por ello.

Rocío Hervella

Fundadora y CEO de PROSOL

Expresidenta Empresa Familiar de Castilla y León