La Farmacia, vertebradora social y sanitaria

Si en su ámbito laboral los apelativos formaran parte del día a día, a Jesús Aguilar podrían haberle bautizado como el Cafú de la Farmacia. Y es que este inagotable burgalés se licenció con 33 años por la Universidad Complutense de Madrid. Desde entonces hasta ahora, como quien intenta recuperar el tiempo, no ha dejado de formarse ni de asumir responsabilidades dejando claro cada día que, a pesar de no haberla vivido en su ámbito familiar, la Farmacia corre por sus venas al igual que un rotundo compromiso con el servicio público.

Puede que Aguilar llegara a la Farmacia a una edad inusual, pero su inquietud por identificar problemas y proponer soluciones eficaces hacen de él un tipo único al que todos quieren en su equipo. Entre 2008 y 2015 presidió el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Burgos y el Consejo de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de Castilla y León. En ese periodo ocupó, además, la vicepresidencia del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos.

Desde mayo de 2015 preside el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos. Reelegido tres años después, está pilotando una profunda renovación tanto de la institución como de una profesión que había dejado atrás la imagen de aquellos entrañables boticarios.

Académico por las Academias de Farmacia de la Comunidad Valenciana, Santa María e Iberoamericana, esta mente inquieta es un habitual de los congresos profesionales donde trata de aportar su renovadora visión a través de ponencias relacionadas con el medicamento, la farmacia y un trabajo, el farmacéutico, que ha reverdecido con la pandemia, una etapa en la que el profesional de la farmacopea ha sido también confidente de quienes han enfrentado la dura realidad de la Covid19 y se ha reivindicado como alguien cercano y extraordinariamente valioso para el día a día de millones de personas. Quizá, después de todo y en pleno siglo XXI, la figura del boticario nunca llegó a irse del todo.

La pandemia nos está dejando muchas enseñanzas sobre aspectos que quizás nunca antes nos habíamos planteado en nuestro día a día. El COVID-19 ha tomado el planeta y lo ha cambiado todo. Hemos tenido que adaptarnos a una nueva situación como sociedad y hemos tomado conciencia de la importancia de servicios esenciales y básicos que quizá antes pasaban desapercibidos.

La red de farmacias en España es uno de ellos. Algún consejero de Sanidad ha dicho que la mayor revelación de éxito de esta pandemia ha sido la Farmacia. Lamentablemente hemos tenido que esperar a esta gran crisis para darnos cuenta de todo lo que puede hacer la Farmacia, de su potencial sanitario, asistencial y social. Cuando parecía que nada funcionaba, cuando todo estaba cerrado, la Farmacia ha estado al lado de la sociedad, actuando como un reloj de precisión. Una Farmacia que ya estaba antes ahí, con una red que permite que el 99 % de la población tenga una farmacia en su lugar de residencia, con una gran vocación de servicio público y garantizando una prestación pública sanitaria básica, como es la prestación farmacéutica y fiel a su lema #LaCruzDeLaFarmaciaNoSeApaga.

Un Farmacia que ha sido un refugio de confianza para toda la población, en primera línea de asistencia, garantizando el acceso a los medicamentos en condiciones de equidad, calidad y seguridad, aliados de los pacientes más vulnerables. Una Farmacia que ha demostrado su gran capacidad sanitaria, prestando atención en el primer mes de confinamiento a más de 30 millones de personas. Otros 2,2 millones han recibido atención telefónica por parte de su farmacéutico y 850.000, especialmente mayores de 65 años, han sido atendidos en su propio domicilio para evitar desplazamientos y riesgo de contagios.

Y esto ha sido posible porque tenemos una red de 22.102 farmacias, con 53.305 farmacéuticos, que es la más grande de Europa y que llega donde ya no hay ningún otro servicio. Dos de cada tres farmacias están ubicadas fuera de capitales de provincia y tres de cada cuatro farmacias rurales están en municipios de menos de 5.000 habitantes, garantizando una atención sanitaria integral. Un potencial que se evidencia especialmente esencial en aquellos núcleos rurales en los que las farmacias son los únicos establecimientos sanitarios. La farmacia comunitaria genera por tanto cohesión y reequilibrio territorial.

Una conquista social de los propios ciudadanos por la que merece la pena luchar y trabajar. Una Farmacia que está al servicio de la salud y el bienestar de la población, que está ofreciendo soluciones para poder hacer más en la lucha contra esta pandemia.

Es precisamente esa cercanía a nuestros ciudadanos, y en especial a nuestros mayores, la que ha motivado la intensa colaboración con la Guardia Civil para detectar personas que no estaban reclamando su medicación durante el confinamiento y ponerlo en su conocimiento ya que puede ser un indicio de que están en una situación de riesgo, en esa gran enfermedad mundial del siglo XXI que es la soledad. Es esa cercanía, con vocación social y sanitaria, la que nos ha motivado para estar al lado de los más vulnerables como son las mujeres víctimas de la violencia de género, con más de 16.000 farmacias implicadas en la iniciativa Mascarilla 19, para que las mujeres que se encuentren en una situación de riesgo puedan acercarse a una farmacia y solicitar ayuda.

Una labor sanitaria y social que ahora más que nunca se está haciendo visible y que está siendo reconocida por la sociedad española. Una Farmacia que trabaja por, para y con los pacientes, y que siempre estará al lado de los ciudadanos dando respuesta a sus necesidades.

Jesús Aguilar

Presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos de España