Más allá del periodismo y la enseñanza, Aurelio Medel es un concienzudo analista del papel de la imagen de América Latina en la prensa española, lo que plasmó en un libro del que es coautor. Es, además, un hombre profundamente convencido de las posibilidades del medio rural, con el que vive un idilio desde que viera por vez primera la luz en su querida Neila; el refugio al que volver siempre; el lugar que, le lleve donde le lleve la vida, siempre guarda en el alma.
La despoblación y el abandono del medio rural han sido el gran elefante en medio de la sala durante las dos últimas décadas. Todo el mundo era consciente del problema, pero nadie tomaba medidas serias y estructuradas por evitarlo. Sin embargo, el 31 de marzo de 2019 la llamada España Vaciada llenó Madrid con una gran manifestación en la que se reivindicaba, en resumen, el derecho a una vida digna en los pueblos, tan digna y pagada con los impuestos como la de las ciudades.
El éxito de esta movilización social consiguió que los partidos políticos metieran en su agenda y en sus programas el problema de la despoblación en España. Parecía que por primera vez este drama iba a tener más desarrollo que el de la Comisión de Despoblación y Reto Demográfico del Senado, cuyas interesantes ponencias nunca se han transformado en iniciativas parlamentarias. Dicha movilización cogió tal fuerza que una de esas asociaciones se transformó en lista electoral y consiguió un diputado para Teruel Existe en las elecciones generales del 10 de noviembre.
El éxito de Teruel Existe fue una gran llamada de atención para los grandes partidos, que vieron amenazada su hegemonía en la España Vaciada por movimientos ya no regionalistas, como el PRC de Miguel Ángel Revilla, sino por movimientos provinciales. Tanta fue la preocupación que ‘Revertir la despoblación’ es uno de los 11 puntos del acuerdo de coalición de Gobierno entre PSOE y Podemos, firmado el 31 de diciembre.
En dicho pacto se contempla la “creación de oficinas de despoblación en al menos 20 comarcas rurales que requieran una intervención urgente” cuya función será “acompañar a las personas o empresas que quieran instalarse en la zona, facilitándoles todos los contactos y la mediación en el proceso; impulsar Espacios de Innovación Rural así como el emprendimiento, formación y asistencia para la mujer en el medio rural, que faciliten su incorporación al mercado laboral, tanto por cuenta ajena como por cuenta propia, y su capacitación en la creación de empresas”.
Cuando parecía que se pasaba del dicho al hecho, estalla la pandemia del Covid-19, y todas las prioridades y programas saltan por los aires. Los tres meses de confinamiento nos llevaron a la mera subsistencia, supermercados y farmacias, alimentación y salud. Para colmo, esta pandemia se ceba con las dos Castillas, además de Madrid y Cataluña, y en términos relativos es especialmente dañina con Soria y Segovia, provincias clave de la España Vaciada, que sufren el mayor número de muertos. ¡Qué más podía pasar!
Sin embargo, entre el 17 y el 21 de julio, los 27 países que integran la UE alcanzaron un acuerdo para financiar los daños de la pandemia y la reconstrucción de Europa que puede rescatar del pasado a la España despoblada y saltar, por fin, del blanco y negro al color, del Nodo a Internet. Parece que todo puede cambiar.
La Unión Europea ha aprobado un fondo de 750.000 millones de euros, denominado Next Generation EU, que será distribuido a los países entre 2021 y 2023, y que se suma al Marco Financiero Plurianual (2020-2027) dotado con 1,07 billones de euros. En total, suman 1,8 billones de euros, de los que el 30 % se van a destinar a políticas para frenar el cambio climático. La UE ha dejado muy claro que sus prioridades son la inversión en la transformación verde y digital. Precisamente es en estos dos ámbitos donde se va a jugar la gran batalla por la hegemonía económica y política en el mundo, lucha en la que hoy Europa es mero espectador de un combate que libran China y Estados Unidos.
Durante mucho tiempo hemos tenido ideas y nos han faltado recursos. Ahora que nos prometen dinero no nos pueden pillar sin haber hecho los deberes. Ya sabemos que la UE quiere programas verdes y digitales, pues pongámonos manos a la obra desde la sociedad civil (asociaciones, universidades, etc.) y desde el ámbito institucional para hacer realidad las propuestas de mayor impacto en la transformación de la vida de las personas.
Castilla y León tiene que aprovechar este dinero público para dar un salto en digitalización, empezando por lo básico, que llegue internet de máxima calidad a toda la Comunidad, algo a lo que también se ha comprometido Telefónica. Además, seguramente estamos en la Comunidad Autónoma que más contribuye a la calidad del medioambiente en España, debido a la enorme extensión y baja industrialización y población, algo por lo que debe empezar a recibir apoyo en forma de recursos y empresas verdes: el empleo es lo que estabiliza la población.
El fondo Next Generation EU, del que a España le corresponden 140.000 millones de euros, puede tener el mismo impacto que tuvo la incorporación de nuestro país a la Unión Europea en 1986. Castilla y León no puede resignarse y dejar pasar esta enorme oportunidad. De lo contrario, la España rural se verá condenada, como Sísifo, al absurdo de subir la bola de sus problemas a la cima de la montaña, para hacerlos visibles, y que nunca se resuelvan.
Aurelio Medel
Periodista. Doctor en Ciencias de la Información y profesor de la Universidad Complutense de Madrid