Como todos los que destacan, este cántabro que se desarrolló profesionalmente entre Cataluña y Lisboa y que ha encontrado en Castilla y León su lugar en el mundo, también ha sido reclamado en diversas ocasiones por las universidades para ilustrar a los directores generales del futuro sobre un día a día que, junto a la capacidad ejecutiva, exige agilidad, anticipación y muchísima templanza.
El endurecimiento de las medidas sanitarias impidió a la Feria de Valladolid lucir de nuevo músculo en 2020, algo ya habitual desde el aterrizaje de Alonso en la entidad. De hecho, bajo la batuta de este visionario, la institución ferial vallisoletana se ha asomado al futuro merced a la espectacular modernización de todos sus procesos. Paso por paso se ha ido cumpliendo la hoja de ruta de un hombre enfocado en transformar aquel recinto donde antaño un hospital daba segundas oportunidades a los enfermos en indiscutible motor para el tejido empresarial de su entorno. Hoy por hoy son cinco las nuevas iniciativas que han visto la luz desde 2017. El tiempo traerá muchas más. Con una materia prima del calado de la Feria de Valladolid, solo hacía falta un especialista incansable y con el entusiasmo intacto para transformar el porvenir en un vivero plagado de oportunidades. Su talento es garantía. Tiempo al tiempo.
España, a lo largo de su historia, ha pasado por situaciones que la han llevado a ser un referente universal en diferentes áreas. Hoy en día, nuestro país es admirado fuera de nuestras fronteras por temas tan dispares como la red de alta velocidad ferroviaria, la calidad de nuestra gastronomía, el sistema de gestión de donaciones de órganos y trasplantes o el liderazgo mundial en la gestión de infraestructuras.
En esos rankings, España también ocupa un importante segundo lugar en recepción de turistas, tras haber superado a los EEUU en 2017, situándose no muy lejos de las cifras de la vecina Francia. De hecho, es por todos conocido que el turismo es uno de los sectores más relevantes de nuestro país representando cerca del 15 % del PIB.
En cualquier caso, me gustaría aprovechar esta oportunidad que me brinda Puentia para hacer visible un sector que, al igual que los mencionados anteriormente, nos sitúa como una de las principales potencias mundiales. Hablo de la industria de ferias y congresos, encuadrada dentro de lo que se conoce por su acrónimo ingles MICE (Meetings, Incentives, Congress, Exhibitions) bajo cuyo concepto España fue el segundo destino mundial con más participantes en reuniones de negocio, muy cerca del líder, EEUU, según datos de la Asociación Internacional de Congresos y Convenciones (ICCA).
Nuestro país cuenta con 44 recintos feriales con áreas de exposición superiores a 5.000 m2 y más de 100 palacios de congresos, cuya actividad, según un estudio de Oxford Economics para la Asociación de Ferias Españolas (AFE), genera un impacto económico de 13.000 millones de euros (1 % del PIB) y emplea a más de 130.000 personas.
Pero, a pesar de lo expuesto, nuestro sector ha pasado desapercibido, así como las consecuencias que ha provocado en él la pandemia que asola el mundo durante los once meses transcurridos desde que el presidente del Gobierno declarase el 14 de marzo de 2020 el estado de alarma. A pesar de que, como hemos comentado, somos líderes mundiales en nuestra actividad, en algunos momentos, hemos sido totalmente invisibles.
En mi rotunda afirmación no quiero transmitir que considero las ferias y eventos como una actividad más importante que la de otros sectores que también se han visto duramente afectados por el virus, todo lo contrario, soy consciente de que la realidad que nos envuelve debe ser analizada con la máxima amplitud de miras y poniendo por delante el objetivo principal, que no es otro que el de preservar la salud de las personas. Pero también es verdad que un sector sólido, con una cadena de valor que es considerada como una de las mejores del mundo, merece una mayor consideración.
Esa consideración que reclamo comienza a no existir desde el momento en el que se legisla nuestra actividad en el entorno de pandemia. Las 17 comunidades autónomas españolas han regulado de forma diferente, con criterios que en algunos casos no son uniformes. Es más, en ocasiones, como es el caso de Castilla y León, estamos englobados junto a otras que poco tienen que ver con las ferias comerciales que se desarrollan en recintos feriales o palacios de congresos y donde las medidas sanitarias pueden ser implementadas con muchas más garantías.
Esa disparidad de legislaciones generará incertidumbre en los organizadores, y probablemente también desigualdades, cuando la actividad se retome. Organizar un congreso o una feria internacional en España, en Portugal o Italia podrá ser decidido no solamente considerando la capacidad de nuestro país para albergarlo, también por la forma en la que nos adaptemos a la evolución de la COVID-19 desde un punto de vista legislativo. La misma lectura se puede hacer en óptica nacional. Celebrar un certamen en Valencia, Vigo o Valladolid dependerá en gran parte de cómo esté regulada la actividad en esa comunidad autónoma, añadiendo un factor de competitividad adicional.
Otra forma de reconocimiento, como bien ha hecho el gobierno alemán, es el identificar la actividad ferial y congresual como una actividad estratégica para la recuperación de la economía. Las ferias y congresos somos impulsores de la actividad comercial e industrial, somos generadores de inversiones y colaboramos en la proyección de la imagen internacional de nuestro país. Por todo ello, es importante establecer medidas, como la que recientemente se ha tomado para que FITUR, la feria de turismo más importante de España y una de las más importantes de Europa, sea considerada ‘Acontecimiento de Excepcional Interés Público’, lo que permitirá que sus expositores puedan desgravarse el 90 % de sus inversiones en el certamen.
El caso de FITUR no debe de ser considerado una excepción, ALIMENTARIA en Barcelona, CEVISAMA en Valencia, BIEMH en Bilbao, EXPOBIOMASA en Valladolid y muchas otras ferias en los diferentes recintos españoles son referentes en sus sectores y, sin duda, son eventos que han ayudado a consolidar el desarrollo de las innumerables empresas que han participado en ellas. En el nuevo escenario, facilitar la participación en certámenes feriales podrá acelerar el desarrollo comercial de las empresas y, por ende, impulsar el crecimiento de la economía.
Con toda seguridad, nuestras vidas después de la pandemia no serán las mismas, tampoco lo será la actividad empresarial y, de la misma forma, tampoco serán iguales las ferias y los congresos. Como ya ha quedado patente en la historia, nuestro sector ha dado muestras de su capacidad de adaptación a lo largo de los siglos y, en esta ocasión, no será diferente. Es verdad que la tecnología nos llevará donde nunca habíamos imaginado, pero de la misma forma que en la Plaza Mayor de Medina del Campo hace más de quinientos años un apretón de manos después de una conversación de negocios y de haber visto, tocado y probado el producto, sigue siendo el principal valor de las ferias y algo que no tiene equivalente en el entorno digital.
Alberto Alonso
Director general de la Feria de Valladolid